A diferencia de otros años, Uruguay exhibe credenciales recientes y no solo los pergaminos de glorias pasadas en blanco.
Son los actuales campeones de la Copa América –le sacaron el título a la Argentina de Lionel Messi, en la propia Argentina–; rompieron quinielas hace cuatro años con su cuarto lugar en Sudáfrica; regresaron de la tumba de la eliminación para engancharse a un repechaje, que resolvieron sin contratiempos ; son sétimos en el ranquin de la FIFA y son cabeza de serie del grupo D de este Mundial.
Con estos atestados, los siempre peligrosos uruguayos regresan a la “escena del crimen”.
La Celeste fue la causante de la mayor tragedia jamás registrada en el fútbol brasileño: el Maracanazo , una leyenda en el Planeta Fútbol y una hazaña con la tinta indeleble de la garra charrúa.
Sentenciado a vivir en medio de dos gigantes –Brasil y Argentina– , Uruguay tiene el reto de enfrentar el grupo de la muerte más mortal desde que el mundo es mundo.
La Celeste quedó sembrada con Italia e Inglaterra; el grupo lo completa Costa Rica (la Tricolor es el primer rival charrúa).
No faltó el chusco que dijese que ese grupo fue la venganza de Brasil por el Maracanazo de 1964.
Fortaleza. Como hace cuatro años, los uruguayos no entran en la categoría de favoritos y repetir la ronda de semifinales tiene visos de quimera; sin embargo...
Un equipo que tenga a Luis Suárez en sus filas será extremadamente peligroso.
El Pistolero tiene el hambre depredadora de un Tiranosaurio Rex y a su repertorio goleador agrega que sabe salir de su hábitat natural –el área chica– para montar una mejor jugada de ataque.
Su socio en la Celeste es Edinson Cavani, un tremendo delantero con una mirilla precisa y letal, no menos que su compañero de línea.
Hay que citar a Diego Lugano , un capitán emparentado con la dinastía que encabeza Obdulio el Negro Varela , el líder que mantuvo el tipo cuando Brasil se fue arriba en aquel juego de 1950..., que terminó en el Maracanazo.
En la banca tiene a Óscar el Maestro , un Tabárez, estratega en la ruta de los pensadores del fútbol, quien dirigirá su tercera Copa del Mundo, la segunda al hilo.
Uruguay está ahí y como siempre descartarlo es un error: nunca se debe dar nada por sentado cuando la garra charrúa sale al campo.
En 1950 asombraron a todos; en el 2010 , se treparon a un puesto que nadie apartó para ellos.