Montevideo. AP Expulsado de la Copa del Mundo por morder a un oponente, Luis Suárez fue esperado en su natal Uruguay como todo un héroe; sin embargo, el vuelo privado que lo trajo de regreso sufrió un prolongado retraso y cuando por fin arribó, de madrugada y once horas después de lo anunciado originalmente, la multitud ya se había dispersado.
El goleador se retiró del Aeropuerto Internacional de Carrasco a eso de las 5 a. m. y sin hacer declaraciones a la prensa.
Unas mil personas se habían congregado desde la tarde del jueves en la zona del aeropuerto para darle su apoyo a Suárez, suspendido ese mismo día por cuatro meses por morder al italiano Giorgio Chiellini en el Mundial.
Incluso el presidente uruguayo José Mujica estuvo en el aeropuerto para recibir al delantero, aunque luego abandonó el lugar.
Mujica habló esa noche con Diego Maradona en un programa de la cadena Telesur y marcó una de las claves que explican el sentir de los uruguayos en torno a la sanción.
“ Hemos visto todos los partidos y hay una vara distinta, eso es lo que más indigna y lo que más duele”, aseveró el mandatario.
Muchos habrían aceptado una suspensión para su ídolo, pero que lo echaran del Mundial, le impidieran permanecer con la selección y le prohibieran ver los partidos, provocó indignación unánime.
“A Suárez lo humillaron con el tamaño de la pena. Si la sanción hubiese sido solo la expulsión del Mundial, la mayoría la hubiese aceptado con dolor, con tristeza”, expresó Manuel Esmoris, un especialista en gestión cultural.
La FIFA también le impuso una multa de 110.000 francos suizos ($112.000), y tiene prohibido entrar a cualquier estadio del Mundial o incluso entrenarse con Liverpool hasta finales de octubre.