Santos, Brasil. Pequeño y antiguo, pero imponente e histórico. Son las características que más rápido suben a la cabeza tras visitar el estadio Urbano Caldeira , de la ciudad y equipo homónimo de Santos.
Allí surgió Pelé, por nombrar un caso del pasado. Allí creció Neymar, por decir uno del presente. Y quién sabe cuántos otros genios y figuras, dado que el reducto se construyó en 1916, cuatro años después de la fundación del club.
Pero por las próximas semanas será el cuartel principal de entrenamiento de la Selección Nacional de Costa Rica. Lo será mientras dure su aventura mundialista.
Está localizado en el barrio de clase media-baja de Vila Belmiro, razón por la cual muchas veces se le llama por ese nombre.
No es muy alto, pero se ve desde varias calles de distancia. De todas maneras, no hay forma de perderse, ya que es el santuario del pueblo y todos saben dar una dirección.
Se lleva una sola cuadra de área y quizás necesita una o dos manos de pintura y un poco de repello; sin embargo, lo valioso está adentro.
Logros. Los miles de trofeos ganados por el Peixe a lo largo de su historia reposan en el museo. Las Libertadores, las ligas paulistas, los Brasileirãos, las copas, todo está ahí, junto a camisetas, imágenes y videos de quienes las obtuvieron.
No obstante, seguramente toda la gloria de las conquistas aún está adherida a los 105 x 70 metros que tiene de zacate natural, el cual está en perfectas condiciones, según dijo el encargado de velar por su mantenimiento, Jesús, testigo desde siempre de esos éxitos.
“He visto muchos grandes jugadores aquí. Este césped tiene demasiada historia, por eso la cuidamos mucho”, expresó con timidez, antes de contar que trabaja en el club desde hace 20 años, pero que fue al estadio desde que era un niño.
“Normalmente la dejamos descansar un par de días después de usarse, pero ahora la utilizarán todos los días, por lo que tuvimos que adecuar el riego y el corte. Pero ya está todo preparado. Solo estamos esperando que venga Costa Rica”, agregó en un tono más formal.
Por otro lado, las mayores celebraciones se quedan en la gradería, una que a simple vista denota que tiene poca capacidad, pero mete temor por la cercanía a la gramilla. Es de esas en que el futbolista sienta que tiene a la afición encima.
Los números oficiales dicen que le caben 16.798 espectadores (producto de una ampliación en 1997) y los vecinos manifiestan que el sonido del gol a favor se extiende a más de un kilómetro de distancia.
Todo esto lo percibirá la Tricolor mañana, cuando salte a la cancha para practicar lo que deberá hacer ante Uruguay, Italia e Inglaterra. Será el único día en que el público podrá ingresar, basado en las normas de FIFA de exigir un entrenamiento abierto por participante.