Louis van Gaal supo escoger su profesión. En cualquier otra que no sea técnico de fútbol sería un pez fuera del agua.
Su personalidad es altamente confrontativa, de una rigidez pretoriana. No es exagerado decir que es agrio.
Cuando dirigía al Barcelona, el estratega hizo época por sus enfrentamientos con la prensa; sobre todo, en la primera etapa al frente de los blaugranas .
“Tú eres malo. La interpretación toda negativa, nunca positiva”, fue una diatriba contra un periodista.
La amarga queja quedó registrada como la marca de fábrica de esa tirante relación.
Se ganó a pulso el mote de Tulipán de Hierro. Lo malo es que esa personalidad oculta al gran entrenador que en realidad es él
Hay que decirlo: conforme las sienes se le platearon, el hombre también atemperó el carácter. No ha cambiado, solo se ha moderado. Deben ser cosas de la edad: ya tiene 62 años.
Responsable del último gran Ajax de Amsterdam que se recuerde (campeón de la Liga de Campeones en 1995), es un devoto del fútbol de ataque.
Por ese motivo, la federación holandesa volvió sus ojos a él, tras dispensar a Bert van Marwijk, luego del papelón de la Euro del 2012.
Van Marwijk llevó a la Oranje a la final de hace cuatro años, pero su fútbol opaco nunca terminó de cuajar en el gusto de los seguidores holandeses.
Louis van Gaal se reivindicó al clasificar a Holanda a Brasil, tras fracasar en el 2002 en llevar a la Naranja Mecánica al Mundial de Japón y Corea del Sur.
Ya anunció que se jubilará tras el Mundial.
“Estoy enfermo y cansado de entrenar después de tantos años. Echaré de menos trabajar con los jugadores”, afirmó ayer.