A nadie le gusta perder. Eso está bien claro. Y más contra rivales que dejan la sensación de que no están lejos del nivel propio.
Por eso es que la derrota de ayer ante Australia dejó un sabor raro en el paladar. No se puede decir que sea un gusto del todo amargo, pero sí es uno incómodo.
Sucede de esa manera porque si bien en defensa el equipo demostró mucho orden, solvencia y concepto, en ataque fue un verdadero desastre. Atrás se sufrió muy poco, pero arriba no se inquietó nada. Un equipo que quiere trascender necesita de las dos premisas.
Hacia un sentido de la cancha, y aquí se puede incluir los últimos partidos de la eliminatoria, la Tricolor impuso una presión demasiado intensa. No estaría descabellado decir que fue de primer mundo.
Cuando los oceánicos tuvieron la pelota, siempre había un jugador de blanco y negro (se jugó con una camiseta como la utilizada en Italia 1990) incomodándolo cerca. El compromiso en la marca fue total.
Sin duda, se reiteró que la mejor parte de la Sele , tal cual sucedió en todo este 2013, es la zona baja.
Los problemas. Sin embargo, al recuperar el balón y empezar a correr en dirección opuesta, aparecieron todos los problemas. Unos recurrentes y otros nuevos, situación que es lo que en verdad debería levantar la ceja del entrenador, de su cuerpo técnico y de los jugadores.
Con los dedos de las manos se pudo contar cuántas veces la Tricolor logró conectar tres pases seguidos, después de cruzar la línea del mediocampo. Se podrá entender que no fueron muchas.
Fue frustrante ver como nunca se descifró la velocidad a la que se estaba jugando y como no se podía hacer un cambio de juego o una simple conexión de pie a pie.
Por supuesto, que así es imposible ganar. Más bien, las dos posibilidades de haer un gol que hubo, distribuidas equitativamente en cada tiempo, fueron demasiadas.
No es crítico. Aun así, resbalar en el en el Allianz Stadium de Sídney, tampoco es tan crítico como para decir que en el Mundial de Brasil 2014 Costa Rica será última.
No lo es ni en el aspecto más matemático de los resultados, ni en el más analítico de la ejecución.
El técnico Jorge Luis Pinto no se tiene que ir, ni hay que cambiar a todos los seleccionados. No.
Un marcador de apenas 0-1, con una anotación que llegó tras un desvío de un defensor, de visita ante una selección mundialista y sin cinco de los titulares no da para ponerse a vociferar con las venas marcadas en el cuello.
Además, no es como en otras ocasiones en las que los errores no se reconocieron como tales.
Inmediatamente, después del juego, Pinto habló sin tapujos y afirmó estar molesto por ceder “pendejamente” el esférico y por la incapacidad de ir al frente combinando control y rapidez.
Por lo menos tiene claro lo que hay que corregir. A fin de cuentas, para eso son este tipo de encuentros, para descubrir debilidades y eliminarlas a tiempo.
Aunque para los que madrugaron esperando un juegazo sea difícil recordarlo, el Mundial es en junio, no es ya. Basado en la transmisión de Canal 6 y Radio Columbia.