Distrito Federal. Con la mano abierta y con la fuerza de once valientes, la Selección Nacional le propinó una tremenda bofetada a México, el gigante de la región que en cada jornada de la eliminatoria se sonroja por las dudas.
A pesar de que la historia no registró otro Aztecazo, el empate logrado por la Tricolor envalentona a un equipo que sigue acrecentando la ilusión con base en buen fútbol y más corazón.
La receta de la pulcra labor conseguida este martes estuvo en el respeto a la disciplina táctica planteada, que comenzó cediéndole a México la mitad del terreno pero que pronto, sin aviso, empezó a rondar el área.
La propuesta de Jorge Luis Pinto, quien ya había anunciado cinco hombres frente a Keylor Navas, no fue tan conservadora después de todo.
El palo que pegó Joel Campbell en el vertical izquierdo de Jesús Corona, apenas al minuto cuatro, le dejó claro a México que Costa Rica no es el mismo de setiembre, que ahora es más ambicioso.
Es cierto que los aztecas no pasan por un bueno momento y que el peso de Andrés Guardado, Javier Hernández y Pablo Barrera no se siente; pero también es cierto que los ticos fueron sólidos en la marca y atrevidos en un campo que ha sido accesible en la hexagonal.
De los locales solo hubo noticias con un centro de Aldo de Nigris hacia el Chicharito que Navas sacó a una mano y otra de De Nigris... pero las de la Tricolor fueron mejores.
Campbell, tras una pared con Christian Bolaños, probó otra vez a Corona, quien la sacó a un costado al 36’; cuatro minutos después fue Bryan Ruiz quien aprovechó un mal despeje y sacó un obús que silbó al horizontal.
Poco a poco la Selección le fue recortando el terreno a México, que sufrió con la velocidad y el encaro de Ruiz, Campbell y Bolaños, y el orden del resto.
Agobiado por la situación que vive, José Manuel de la Torre sacó a De Nigris apenas al 54’ y le dio espacio a Raúl Jiménez. Nueve minutos más tarde ingresó Javier Aquino y poco después Giovani dos Santos, mas Costa Rica ni se inmutó.
Pinto, reconocido por su orden, sacó a Bolaños, Michael Barrantes y Campbell por Kenny Cunningham, Celso Borges y Álvaro Saborío, todos instruidos en no perder la compostura que el equipo pregonó en cada momento.
Aunque en el complemento los aztecas se atrevieron un poco más, la noche era tica.
Por más que Carlos Salcido probó a Navas, el juego tenía el ritmo que la Sele le puso: cauteloso y recio en defensa y veloz en contragolpe.
Para eso hay material, como Cunningham, sorpresa que por poco hinca a Corona de no ser porque el Maza Rodríguez tapó su disparo.
Así, con la fuerza de 11 valientes y un pueblo pequeño, México, otrora gigante de la Concacaf, recibió una bofetada con palma abierta y corazón blanco, azul y rojo.