Tokio, Japón. La potencia física, el alcance de sus jabs y el comillo que da la lona recorrida por Takashi Uchiyama fueron letales para un Bryan Tiquito Vásquez quien no encontró respuestas al acertijo que fue ese combo de virtudes del japonés.
El Tiquito bajó derrotado del ring del Ota-City General Gymnasium porque se topó con un rival superior, que no desaprovechó ni un segundo del combate y que castigó con dureza al costarricense.
Cuando el árbitro estadounidense Raúl Caiz junior detuvo la pelea –un instante antes del gong que daba por finalizado el octavo round– , el combate estaba decidido a favor del japonés y la única esperanza del costarricense era mantenerse en pie y no darle gusto a su rival de mandarlo a la lona.
La suerte del, hasta ayer, campeón mundial interino de los pesos superplumas de la AMB, estaba echada. Así, el ahora monarca absoluto decidió que era tiempo de irse para la casa.
Entonces, una docena de golpes sin respuesta convencieron al árbitro de que ya era justo y necesario detener un combate que no era tal a esa altura.
Uchiyama tiró la artillería pesada en el cierre de ese asalto: como buen noqueador (16 de sus 19 victorias las decidió antes del límite) supo que su rival estaba herido y lo liquidó sin miramientos.
Tiquito no cayó a la lona porque, a veces, a un boxeador lo sostiene el orgullo.
Se refugió en las cuerdas, pero estas fueron un callejón sin salida y Caiz junior paró, con toda razón, el duelo.
Imposible. Una de las razones para la derrota de Vásquez fue el jab de Uchiyama: un verdadero ariete.
Este entró nítido entre la defensa del Tiquito, quien no encontró la forma de quitarse ese golpe durante los ocho rounds.
A la virtud de un jab muy bien educado, se le debe sumar el demérito de un Vásquez muy quieto.
Sin su movilidad usual y con escasos pasos laterales, un arma indispensable para esquivar ese aguijón, fue “cliente” de ese jab (que más bien parecía una recta).
Vásquez pegó poco abajo, pero cuando lo hizo se vio mejor y dejó la impresión de que por ahí podía ser. Cuando lo hizo, el japonés sintió la mano de Bryan Vásquez,
También metió buenos puños en la parte alta de la humanidad de su adversario; sin embargo, la mayoría, se estrellaron en la guardia de Uchiyama. El mejor asalto de Vásquez fue el sétimo.
Sin que fuese una pelea de un solo lado, hay que decir que el Tiquito se vio superado por un rival que demostró oficio en este rudo deporte.
Demostró valentía, algo que los amantes del boxeo siempre reconocen, y entereza para sobrevivir ante un castigo fuerte de un hombre con “mano pesada”.
Le faltó viveza para resolver y cabeza fría para no dejarse arrastrar por las emociones, algo que debe aprender a controlar porque el boxeo no es pelear por pelear.