Joaquín Cruz tiene 73 años, practica el atletismo desde hace 46, aproximadamente, y el lunes cumplió un sueño de cualquier corredor: terminar la Maratón de Boston.
Él no entrena con un plan específico, trató de hacer la mejor alimentación posible, pero en ocasiones comía lo que había en la casa, sin poner mayores exigencias.
Quienes han recorrido 42,195 kilómetros saben lo importante de contar con un entrenador para conseguir su objetivo, pero Cruz logró clasificar a Boston sin esa asesoría.
"Recibí consejos de compañeros atletas, pero no tengo plan de entrenamiento. Nada más corro calculando aguantar la carrera", expresa Cruz a La Nación.
Para estar en la maratón más prestigiosa, Joaquín corrió en Chicago e hizo un tiempo de 3 horas y 58 minutos. El crono mínimo, en su categoría (70-74 años), era de 4:25:00.
Con ese panorama, el costarricense quería mantener la marca, pero un arratonamiento y las condiciones de Boston lo hicieron sufrir.
"Estaba caliente y como a la mitad de la carrera me arratoné en las piernas, nunca he caminado en una carrera pero fue tanto que tuve que caminar", explicó Cruz.
Pese a ello, paró su reloj tras 4:28:21 y la satisfacción de llegar se cumplió.
"Estoy maltratado (físicamente), pero muy feliz", asevera.
Según datos de la Maratón de Boston, Cruz finalizó en la posición 45 de su categoría, de un total de 161 personas.
Él sabe que solo estar en la meta es algo que no todos pueden conseguir.
"Eso me dice todo mundo, con solo que fuera y cruzara la meta basta, es una carrera tan famosa, de un alto nivel, donde va gente de todo el mundo", comentó orgulloso.
Su logro también lo disfrutan su esposa y sus seis hijos, quienes le ayudaron con la coordinación del viaje y de la inscripción.
Ahora don Joaquín seguirá chapeando lotes y corriendo, pero esta vez con menos intensidad.
"No tengo nada planeado para el futuro, ya di lo máximo y basta con eso (risas)... ya tengo mucho de andar en esto", finalizó.