Aunque sea solo en la imaginación, los movimientos de Dwight Howard de un equipo a otro siempre recrean la ilusión de un sismo en el balance de poder de la NBA.
La decisión del poderoso centro de abandonar a los Lakers y fichar por los Rockets da la sensación de que el glorioso quinteto de dorado y púrpura queda huérfano, con veteranas y lesionadas estrellas ( Kobe Bryant y Pau Gasol ) que no dan garantía de mucha pelea.
Mientras que Houston se acomoda el cartel de favorito.
La segunda mejor ofensiva de la temporada pasada, con máquinas de encestar una y otra vez como James Harden y Chandler Parsons , se ajustará a lo que pueda ofrecer el pivote más dominante que tiene el baloncesto actual.
La venidera campaña servirá para comprobar si Howard es el polémico antihéroe, carente de atributos de un verdadero líder, que figuró por Los Ángeles.
Lo que no es duda es que Superman, quien promedia 18,3 puntos y 12,9 rebotes a lo largo de su carrera de nueve años, no tiene parangón en la pintura.
En otras épocas habrían cinco o seis centros mejores que Dwight... Pero en la actualidad no existe nadie y por eso las franquicias más grandes de la liga, incluso los orgullosos Lakers, sucumben a los deseos del caprichoso astro.
La realidad de Kobe, con 34 años, en recuperación de la lesión del Tendón de Aquiles y sin un buen equipo que le acuerpe, también se medirá en la siguiente temporada.
Aunque los Lakers parecen resignados a tirar al caño una campaña para concentrarse en el futuro.
También se arman. Houston da miedo pero de seguro tendrá buena competencia en el Oeste.
La agencia libre aún no termina, pero hay quienes enfilaron sus armas desde temprano.
En el tope de esa lista están los Clippers , quienes entienden que no necesitan variar a sus estrellas para encontrar el camino a lo que sería el primer título de su historia.
Por eso extendieron el contrato del armador Chris Paul y contrataron al entrenador Doc Rivers.
El coach es la clave. Materia prima le sobra, con Paul, el ala-pivote Blake Griffin y una serie de jóvenes y talentosos apoyos.
La tarea es cambiar el espectáculo de los Clippers por la estabilidad necesaria para finalmente triunfar en los play-off .
Los Nets también supieron mover bien sus cartas, al armarse con los últimos años de los veteranos Kevin Garnett y Paul Pierce.
El movimiento sirvió para que los Celtics iniciaran su retrasada y dolorosa reorganización.
Mientras que Brooklyn antes que convertirse en candidato lo que busca es atraer los reflectores. Un equipo que juega en Nueva York no puede existir de otra forma que no sea copando los titulares.
Claro que ese cuadro, liderado por el recién retirado Jason Kidd como entrenador, será un duro rival en la Conferencia Este.
Con lo que ya mostraron el centro Brook López y el armador Deron Williams, sumado al poder del Cuervo y la versatilidad de Pierce alrededor de la media luna, hay material para dar espectáculo.