“Vieras que yo siempre fui muy profesional, siempre me cuidé, no trasnoché, me tomé mis vitaminas. Me cuidé mucho porque estaba en la Selección y porque siempre quise ser el mejor”.
El esfuerzo a lo largo de todos estos años de Diego Solís cosecha su recompensa en este 2012: el técnico de la Selección de futsal estará en su tercera Copa del Mundo en esta disciplina; el mismo números de asistencias que tiene Costa Rica.
Dos de ellas ( 1992 y 2000 ) fueron como jugador de un deporte en el que fue un símbolo; el venidero, en Tailandia, será como entrenador.
Su marca de “3-3” no la tendrá nadie en el futbol sala.
“Es una satisfacción personal. Todo se debe a ala dedicación, las horas de entrenamiento, la disciplina, el apoyo de la familia...
“Me siento muy contento de que Dios me haya dado la oportunidad de participar en dos Mundiales como jugador y ahora otro como entrenador”, comentó la semana pasada el técnico de la Tricolor.
Además, se le debe agregar a ese currículo dos torneos mundialistas en el futbol de salón, en 1988 y 1989. El hombre entiende de esto.
“Bueno, creo que esto no es solo mío. Esta clasificación (al Mundial) no es solo mía, también tengo un gran grupo y un cuerpo técnico que me ayudó a llegar a este”, comentó el estratega a La Nación .
Destinos. Se dice que lo que está para uno, está para uno y en el caso de Solís eso es muy cierto.
Aquel compañero de camada de Rónald Macho Mora y Guillermo Nica Guardia se casó muy joven y el futbol de hace 30 años era muy distinto en los salarios.
Así que hubo que trabajar; pero como no existen casualidades, mas sí destinos, el futbol de salón y el futbol sala lo encontraron.
“Yo empecé en el futbol de salón. ¿Se acuerda? Con aquella bola que parecía un coco (risas)... ¡Y me gustó. Eso fue como en 1985 o 1986.
“Cuando los dos deportes no se habían fusionado, pues jugaba un tiempo en uno y un tiempo en el otro”, recordó Diego Solís.
Sí está seguro, segurísimo, que ser técnico es mucho más complicado que ser jugador.
“Uno como jugador solo tenía que preocuparse por jugar bien; como entrenador, uno se tiene que preocupar por el manejo de grupo, por ver qué todos estén bien, por el sistema, por otras cosas”.
Ahora de este “lado de la cerca”, tiene muy claro qué desea y qué le ha dejado esta disciplina.
“Con el deporte uno puede dejar un aporte a la sociedad, una forma de vivir el deporte. También tengo muchas satisfacciones y muchos amigos”, apuntó. Vuelve a hacer el recuento de la carrera y se le escapa un pensamiento: “¡Yo no sé cómo mi esposa me aguantó!”.