En menos de un siglo, Bajos del Toro, un poblado asentado en las faldas del volcán Poás, ha sido testigo de dos despertares furiosos de la montaña.
En menos de un siglo, Bajos del Toro, un poblado asentado en las faldas del volcán Poás, ha sido testigo de dos despertares furiosos de la montaña.
En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.