Tomar lápiz y papel para enlistar los propósitos de los próximos 12 meses es un ritual imprescindible para muchos. Empero, muchas metas se diluyen con el paso de los días y van de la mano con las vicisitudes y alegrías que se presentan a lo largo del año.
“Tenemos que analizar e identificar lo que logramos hacer y lo que no durante este año, que ya casi termina”, sugiere Ana Victoria Vega, quien es especialista en coaching de vida y empresarial.
Para Vega, el éxito de las metas del próximo año depende del balance que cada quien haga de sus experiencias de los últimos meses, ya sean positivas o negativas.
Así puede formar parte del 8% de personas que, según un estudio Universidad de Scranton, en Pensilvania (EE. UU.), mantiene sus promesas a lo largo de año.
El psicólogo y coaching de vida Jack Reifer comparte la opinión de Vega y, además, considera que las metas deben ser la guía para evaluar el año que concluyó.
“Lo primero es pensar en las metas a largo plazo y cuánto avanzamos en ellas, si logramos alcanzar nuestros objetivos del año y que tan motivados estuvimos o estamos”, comentó Reifer.
Con respecto a las situaciones acaecidas durante el año, ya sean provocadas o que provengan de agentes externos, sí es posible dominar la reacción y los sentimientos que provocan los hechos.
Una actitud positiva es la clave porque permite disfrutar los eventos alegres o hacerle frente a las dificultades sin buscar culpables.
Asimismo, visualizar cada paso del proceso –y no solo los objetivos– es una técnica valiosa para seguir adelante con respecto a los proyectos que quedaron a medio camino.
“Al fin de cuentas, las metas son un asunto de constancia, son una maratón, no una carrera de 100 metros”, manifiesta Reifer.
Calendario sobre la balanza. Los especialistas recomiendan plantear los propósitos no solo como una lista de deseos, sino como un ejercicio consciente que parte de tres preguntas: ¿cuáles fueron los logros obtenidos en diferentes áreas (laboral, personal, académica, entre otras)?, ¿qué faltó para alcanzar las tareas que no se lograron?, ¿cuáles aprendizajes han dejado las experiencias negativas y positivas durante el año pasado?
Una vez que responda estas preguntas, debe hacer un listado de las actividades que quiera desarrollar, aquellas que pretenda suspender y los nuevos retos que asumirá.
“De esta manera empezar a estructurar su nuevo plan personal para el próximo ciclo. Considere que el fracaso empieza cuando termina el esfuerzo y que antes de iniciar nuevos proyectos, es recomendable culminar aquellos que tiene pendientes”, explica Vega.