Psiquiatra Pratap Chokka: ‘Falta mucho por saber de la depresión’

Con esta premisa, Pratap Chokka, psiquiatra especialista en depresión y ansiedad, y fundador en Canadá de un centro de salud integral, procura que la sociedad deje de lado los prejuicios y dé más ayuda a quienes sufren estos males.

El especialista estuvo en Costa Rica la semana pasada y La Nación conversó con él sobre este y otros temas.

¿Hay personas que tienen más riesgo que otras de desarrollar depresión o ansiedad?

Sí hay un riesgo genético, especialmente si es de un grado tan cercano como el padre o la madre y aún más si es de ambos, pero también hay quienes tienen una personalidad que las hace más susceptibles a estos trastornos.

”Ahí es donde se ve que, ante una misma situación difícil, dos personas pueden reaccionar de formas muy diferentes. Una podrá deprimirse o tener ataques de ansiedad; otra lo logra afrontar sin problema alguno.

”Con el riesgo genético, es más complicado. Una persona puede tener una vida estable, sin mucho estrés, e incluso una vida envidiable, pero puede sufrir depresión, ansiedad o ambas.

”En cualquiera de estos casos, estar en riesgo no quiere decir que la condición se desarrolle”.

Los síntomas se ven como opuestos. ¿Conviven la ansiedad y la depresión?

Casi siempre. Cerca del 70% de las personas con depresión tienen ansiedad constantemente, y más del 90% la viven al menos una vez. Son como hermanas que viven en una misma casa. Normalmente, a una persona le da ansiedad al sentirse con depresión; otras se deprimen tras un ataque de ansiedad.

¿Qué es lo más difícil de lidiar con estos trastornos?

Por un lado, la falta de información. Muchas personas que recibimos ni siquiera saben lo que tienen, nada más sienten que algo anda mal y entonces hay que comenzar por educarlas.

”Por otro lado, el estigma es muy grande. Es una enfermedad, como cualquier otra, solo que esta está en el cerebro. Pero es tan enfermedad como la diabetes o la hipertensión”.

¿Cómo erradicar el estigma?

Hablando mucho sobre el tema, educándonos sin hacer burla de estas condiciones, y entendiendo que es una enfermedad como cualquier otra. Si hay amigos o familiares con esta enfermedad, darles apoyo; no que los vean con lástima. Solo se debe estar pendiente de ellos como se estaría de una persona con una enfermedad física.

¿Qué le hace falta saber a la ciencia sobre el tema?

Muchísimo. En todas las personas se manifiesta de diferente forma; entonces no siempre es uniforme. Además, todavía no hemos logrado conocer del todo el cerebro. Hay investigaciones en muchas líneas, pero todos los días surgen nuevas preguntas.

¿Hay forma de prevenir esta enfermedad?

Es algo en lo que trabajamos. Se busca ver si jóvenes con riesgo genético o con condiciones especialmente difíciles podrían comenzar una terapia de manera que nunca lleguen a experimentar depresión ni ansiedad, pero eso apenas se estudia.

A estos jóvenes, por ejemplo, ¿se les darían fármacos?

Eso depende mucho de su nivel de riesgo. No en todos los casos hace falta el medicamento. Al fin y al cabo, sucede como cuando la depresión o la ansiedad ya está diagnosticada. El paciente tendrá sus opciones de terapia, psicológica o psiquiátrica, y medicamentos, o ambos. La decisión está en manos del paciente.