San José
Los programas de alimentación de los Cen-cinai y los comedores escolares del Ministerio de Educación Pública (MEP) y por los Centros Infantiles de Atención Integral Cen-Cinai del Ministerio de Salud destacan por su desarrollo y calidad en comparación con los planes en otros países de Centroamérica.
Así lo señala un estudio de la Organización de Naciones Unideas para la Alimentación y Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) realizado en ocho países latinoamericanos.
"Lo que pudo verse es que la población infanto-juvenil de Costa Rica está bien nutrida y estos programas dan alimentos de calidad. Incluso es el único país centroamericano con un sistema similar al de los Cen-Cinai que no solo incluye a menores antes de entrar a la escuela, si no desde los seis meses", comentó Karla Pérez, asesora de la FAO y una de las investigadoras.
"Sí hay varios retos, por ejemplo, Costa Rica es de los países en donde más se tiende a sobrepeso y obesidad, entonces los programas de alimentación deben surgir como aliados para dar comida sana y bajar estos índices", añadió.
La investigación consistió en una revisión bibliográfica de documentos sobre el tema, entrevistas con los involucrados en el tema y especialistas en el campo de la nutrición y la agricultura, revisión de los programas de nutrición, entre otros.
En el caso de Costa Rica, se vio que estos programas llegan al 18,87% de la población: los Cen-Cinai atiendien a 171.890 personas, y los programas de comedores escolares a 677.479 estudiantes. Ambos programas invierten al año ¢56.000 millones en alimentación de los menores.
"Sabemos que entre un 2% y un 3% de la deserción se ha evitado por este tipo de proguramas", comentó Sonia Calderón, directora de programas de equidad del MEP.
Por su parte, Daisy Corrales, ministra de salud destacó que en los últimos meses medidas como la extensión de horarios, cambio de guías nutricionales y la atención de menores de un año han impactado más en la población que atienden.
Sin embargo, también hay desafíos. El estudio señala que los programas de fiscalización y monitoreo no tienen un participación muy activa y principalmente solo reaccionan ante quejas, principalmente debido a la falta de personal. Además, visualizan la rendición de cuentas como algo solo financiero.