Llegar a Bajo Caliente de Montes de Oro de Puntarenas no es fácil. Una vez en Miramar, hay que emprender un viaje de entre 25 y 30 kilómetros, por una calle de lastre y montaña a los lados.
Al llegar, sin embargo, la temperatura alta y la humedad quedan atrás, ante la calidez de un pueblo, con mucho verdor natural, y amabilidad de sus vecinos.
Allí vive Aníbal Carranza desde hace más de 70 años y, según él, saldrá de ahí “solo para ir al cielo”. Allí celebró su llegada a los 100 años.
Una longevidad, con tanta calidad de vida, llama la atención.
Aunque él desconoce las razones, su estilo de vida tiene mucho parecido a lo que se ve en las zonas azules (de alta longevidad): una vida en contacto con la naturaleza, mantenerse en actividad física constante, redes familiares fuertes (entre las que destacan 76 años de matrimonio) y la vivencia de una espiritualidad fuerte.
Dejando a un lado su almuerzo, Carranza conversó, el domingo pasado, con La Nación . A continuación, un extracto:
Don Aníbal, ¿hay secreto, no solo para llegar a los 100 años, sino para hacerlo con la vitalidad con la que usted lo ha hecho?
No hay secreto; estoy aquí por gracia de Dios. Yo nunca creí que fuera a llegar a esta edad; tampoco creí que todavía pudiera montar a caballo y chapear, pero todavía puedo (risas).
”Todo está en el poder de Dios; por más que pienso, yo no hice nada para llegar a esta edad. Si Dios lo quiere a uno aquí, ahí uno nada puede hacer, ni aunque quiera irse (risas)”.
¿El cariño de tanta gente lo ha mantenido bien sano?
Llevo 76 años de casado con Ermilda; nada más sume. ¿Cuántas cosas no ha pasado uno con ella?
”Claro, mamita, el matrimonio es como una lotería; a usted le puede salir un buen premio o puede perderlo todo. A mí es que me tocó un buen premio (ríe).
”Pero es que el problema no es solo la otra persona; también uno. A ver, cuando uno llega a casarse uno no sabe cómo es uno de casado porque nunca se ha casado. ¿Entonces? ¡ es capaz que el mal premio es uno! Por eso, es que uno tiene que trabajar también para hacerse un buen premio. ¿Usted sabe tantos años haciéndole el feo a alguien?
¿Y el resto de su familia?
Tengo una familia grande; eso es bonito. (Tiene 13 hijos biológicos y uno de crianza, 81 nietos, 128 bisnietos y 29 tataranietos).
Hay quienes dicen que el mantenerse siempre activo ayuda mucho a vivir bien, ¿usted cree eso?
No sé; lo que sí es que yo he hecho de todo. Ya no tanto, pero antes sí. Yo sembré cebolla, chapeaba, le ponía yugo a los bueyes, montaba a caballo y si había una fiesta, bailaba hasta que terminaba.
Usted nació en San Ramón y se vino aquí a Miramar recién casado. ¿Por qué el cambio?
Nos vinimos como en 1940, por ahí. Mi papá me dijo a mi y a mi hermano que por aquí había unos terrenos y yo me vine a conocer.
¿Y qué fue lo que le gustó?
Todo. Me gustó tanto que no me he querido ir.
¿Le gustaría cumplir 110 años?
Ahora estoy solo en la casa y es más aburrido que cuando yo trabajaba y hacía cosas ¿Qué hace uno cuando ya no sale de la casa? Sin embargo, ahí el que sabe es Dios. Lo que no quiero es convertirme en una carga.