¿Por qué comemos? Las motivaciones por las cuales la gente come son vitales para entender su obesidad u otros padecimientos relacionados con trastornos alimenticios. De ahí que un plan nutricional para una persona debe ir más allá de prescribir una dieta y ejercicios.
Quien lo dice es Mónica Faccihni, nutricionista argentina, que está de visita en el país para brindar capacitaciones sobre imagen corporal, las emociones y la relación de las personas con la comida.
Para la experta, las emociones cumplen un papel clave en la imagen corporal de los individuos, ya que todos tenemos motivaciones diferentes que nos llevan a comer.
Por eso, recomienda hacer una “entrevista motivacional”, en la que se aborden las razones emocionales por las cuales la persona come y, con base en ello, se elabora un plan personalizado.
Faccihni habló con La Nación durante su visita y este es un extracto de esa conversación.
¿Por qué comer está tan ligado a nuestras emociones?
Nuestro primer objeto de nutrición está íntimamente ligado a una relación sentimental con nuestra madre, y así va siendo conforme vamos creciendo.
”Si comer fuera una obligación, sería terrorífico; pero el que llenar esa necesidad nos produzca placer hace que el comer vaya más allá del sentir hambre”.
Más allá del hambre, ¿qué nos motiva a comer?
Hoy día comemos por cualquier cosa. Comemos para celebrar, comemos porque estamos tristes, porque estamos nerviosos, porque nos enojamos con alguien o porque simplemente nos encontramos algo que nos pareció apetitoso.
”Todos tenemos motivaciones diferentes para comer”.
¿Qué papel desempeña esta relación emoción-comida al buscar ayuda de un nutricionista?
Cuando vas a consulta para bajar de peso, no siempre lo que se busca es salud, puede estarse detrás de una imagen corporal, detrás de la aceptación y de otras cosas más. Por eso deben trabajarse las motivaciones en estas consultas; no todo es dieta y ejercicio.
”Así, se trabaja en lo que motiva a la persona a comer, muchas veces detrás de esto, hay otros problemas que deben resolverse primero para hacer más sana nuestra relación con la comida; ahí es donde los psicólogos entran en el apoyo”.
¿Cómo se trabaja en los casos de las personas con adicción a la comida?
En estos casos no se puede hacer todo o nada. No es como con el cigarrillo o el alcohol, que los dejás y ya. En el caso de la comida, tenés que seguir comiendo con moderación para vivir. Cuando ya hay adicciones, el proceso se apoya con profesionales de diferentes áreas.
La imagen corporal juega un rol muy importante en esta situación.
Hay que aprender a vivir en un mundo que es engordante, en donde te piden comer como si fueras dos personas y lucir como si fueras media persona.
”Y claro, después te venden productos con la solución para que te veas como esa imagen corporal que pretenden que seas.
”Hoy ya no basta con ser alta y delgada, también debes tener músculos, pero un buen busto. Eso tiene un costo emocional muy alto.
”Esto también es un asunto de conocer tus limitaciones, tu genética y ver que los modelos que nos venden muchas veces son tan falsos que naturalmente no pueden alcanzarse”.
¿Cómo nace el estar pendientes con la imagen corporal?
No es algo unicausal. A veces, son las madres quienes les transmiten esto a sus hijas, principalmente, si esas mamás pasan muy pendientes de su imagen.
”También es común que entre grupos de amigas en el colegio comiencen a tener esa preocupación por su imagen. No es que todas las que tengan este objetivo se unan, es al revés; en un grupo de amigas una comienza con una dieta y luego el comportamiento se vuelve contagioso entre las demás.
”Aquí lo importante es que la persona se conecte con su cuerpo desde una óptica de respeto y de amor. Con ese cuerpo naciste y vas a morir; no hay que verlo con odio o con ganas de cambiarlo”.