San Francisco, California.
“Una de las consecuencias más dolorosas después de un trauma muy fuerte por un golpe en la cabeza, es que afectamos la memoria. Y sin memoria perdemos esa habilidad de ser quien somos. No podemos perdernos a nosotros mismos. Quiero ayudar a esas personas a recuperar esa identidad”.
Con ese objetivo claro, la doctora en neurobiología Susanna Rosi investiga los enigmas del daño cerebral debido a los golpes y cómo pueden solucionarse.
De momento, la pérdida cognitiva y de capacidades como resultado de este impacto no tiene cura y el tratamiento consiste en mejorar la calidad de vida de quienes sufren esta situación.
Desde el Laboratorio de la Universidad de California en San Francisco (UCSF, por sus siglas en inglés), ella y su equipo prueban una molécula llamada ISRIB. Sus estudios son en ratones, pero este es el primer paso para obtener respuestas para seres humanos.
Este trabajo lo desarrolla junto con Peter Walker, científico responsable del descubrimiento de esta molécula en el 2013, que ayuda a interrumpir un proceso de degeneración en las neuronas.
La Nación tuvo la oportunidad de compartir con la científica durante la Conferencia Mundial de Periodistas de Ciencia 2017 (WCSJ, por sus siglas en inglés), que se llevó a cabo la semana pasada en San Francisco, Estados Unidos. Esta es parte de la conversación.
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¿Cómo llegó a buscar soluciones al daño cerebral?
El saber que esto afecta a muchísimas personas y no hay solución fue lo que me motivó a investigar. Cuando se habla de daños cerebrales por traumas, a muchos se les viene a la mente los golpes que sufren los deportistas de alto rendimiento en algunas disciplinas, pero ellos son una minoría.
"La causa más común de trauma son nuestras actividades cotidianas, como caernos al subir una escalera. En segundo lugar están los accidentes de tránsito. Nadie está exento de sufrir estos daños. Hay mucho trabajo por hacer".
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¿Cuáles son los daños que pueden ocurrir después de un golpe en la cabeza?
Varía mucho, van de acuerdo con la intensidad del golpe y de la edad de la persona. Los más afectados son los niños pequeños y los adultos mayores, pero a largo plazo estos últimos tienen más problemas.
"En el caso de un bebé, apenas se cae, sus padres lo llevan directo al hospital, en un adulto mayor, muchas veces está solo cuando ocurre el accidente, se levanta y no le dice a sus hijos o nietos para no preocuparlos, pero luego comienzan los problemas.
"Cuando recibes un golpe muy fuerte en la cabeza, aunque este sea en la región frontal, el hipocampo puede sufrir, aunque no haya recibido el impacto, porque el hipocampo es el área cerebral más vulnerable.
"Y esto afecta principalmente al sentido de orientación, las personas se sienten perdidas, como si ese GPS interno se hubiera dañado".
¿Podría profundizar aún más en esos daños?
Voy a dar un ejemplo: esta es la primera vez que estás en este salón donde estamos hablando, necesitaste instrucciones para llegar aquí. Si te pidiera volver mañana, tal vez te perderías un poco y necesitarías preguntarle a alguien, pero ya tendrías una noción. Si volvieras al día siguiente, ya te serían más fácil llegar.
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"Con cada nueva información, hay una proteína que va guardando estos recuerdos y te da las direcciones para llegar a algún lugar.
"Eso no pasa en las personas con daño cerebral, su orientación falla, incluso para moverse dentro de su propia casa".
¿Qué aprendieron de los ratones?
En el primer estudio, a los ratones se les puso en un laberinto, que a su vez es una piscina. Tenía una forma de estrella, con un centro y varios pasillos delgados. Al final de uno de esos pasillos había una plataforma con comida.
"Primero poníamos a cada ratón en diferentes partes de la piscina y veíamos cuánto tiempo duraban en llegar a la plataforma.
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"Luego, les inducíamos un trauma en la cabeza fuerte y veíamos cómo actuaban. Se veían desorientados, pese a que se les indicaba cómo llegar.
"Ellos permanecieron un mes con el trauma, que en tiempo de seres humanos sería como tres o cuatro años.
"Ahí fue donde entró la molécula ISRIB a jugar".
¿Cómo funciona esta molécula?
Cuando las células sufren algún trauma o están estresadas por una infección o falta de nutrientes, entra a jugar un sistema de protección llamado Repuesta de Integración ante el Estrés (ISR, por sus siglas en inglés). Esto desacelera todos los procesos y las neuronas comienzan a “apagarse”.
"Un día, hablando con Peter Walker, me comentó sobre el ISR, y que había encontrado esta molécula ISRIB, que bloquea el proceso del ISR y su estrés, con lo que las células dejan de inflamarse y afectarse después del golpe.
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"Entonces decidimos probarlo. ¡Y funcionó! Vimos que los ratones comenzaban a mejorar su sentido de orientación".
¿Y este logro los llevó a dar más pasos?
Más bien nos dio curiosidad. Si servía para el daño agudo, ¿qué podría ocurrir con el daño crónico? ¿Qué pasaría en los casos en los que hay un golpe y pasa un tiempo sin ser tratado el daño?
"Tomamos dos grupos de ratones. A uno le causamos el golpe en la cabeza, al otro lo usamos como control.
"Dejamos pasar un mes. Al cabo de este tiempo inyectamos ISRIB a los ratones que golpeamos y al día siguiente los pusimos en el laberinto. Durante los dos primeros días volvimos a inyectarles ISRIB. Al cuarto día ya actuaban igual que los ratones control y estos resultados se mantuvieron cuatro semanas sin necesidad de más ISRIB".
¿Qué hicieron luego?
Sí, queríamos ver si había capacidad de aprender cosas nuevas. Ideamos un experimento aún más difícil. Creamos otro laberinto, sin agua, pero con una sola salida, les poníamos una luz fuerte y mucho ruido, de manera que quisieran huir.
"Todos los días los llevábamos a ese laberinto, pero, también, todos los días poníamos la salida en otro lugar, nunca se salía por el mismo punto.
"Con la inyección se vio que los ratones no solo igualaron a los que no tenían trauma, también aprendieron a trazar rutas nuevas".
¿Y esto a qué los lleva?
Nos queda mucho por estudiar ahora. Por ejemplo, estamos en proceso de ver cómo trabaja el ISRIB en ratones envejecidos que no tienen trauma y ver cómo actúa en un cerebro ya debilitado por la edad.
"También queremos probar el ISRIB en ratones con trauma para ver otras cosas como proceso de aprendizaje, movimiento, funciones motoras y emociones.
"El molécula ISRIB ya es trabajada por una compañía farmacéutica para ver eventuales ensayos en animales más grandes o en seres humanos. Esto es algo que se sale del área de nuestro trabajo, pero es muy satisfactorio saber que nuestros estudios en ratones llevaron a algo más y se esté más cerca de esa meta, de que estas personas recuperen sus recuerdos y su identidad".