Santiago, Chile. El Mercurio/GDA. Una norma casi general, aunque no escrita, es que los niños no deberían tomar café. Y muchos padres de familia la defienden con recelo, mucho más del que se plantean cuando están frente a otro tipo de bebidas, aunque ninguna de las dos cumpla una labor nutricional.
Pero los adultos sí toman café, y té. Es decir, en algún momento de la vidase inicia su ingesta. Entonces, ¿cuándo debería comenzar a ocurrir eso?
“El té y el café no están recomendados en la edad infantil. De nutritivo no tienen nada; por lo tanto, no deberían tomarlos menores de 15 años bajo ningún punto de vista. Eso, porque intervienen con la absorción de algunos nutrientes, como calcio y hierro”, explicó la nutrióloga infantil chilena Eliana Muñoz.
Los que sí intervienen son los factores culturales y es probable que en países donde el café abunda, su consumo se inicie desde edades tempranas. Sin embargo, los especialistas insisten en que es mejor retrasar su ingesta.
Consejos. Otro caso mencionado es el uso agregado de sal y azúcar; mas costumbre que necesidad.
La sal debe quedar fuera de la dieta de los niños menores de dos años, por eso no deben tomar bebidas gasificadas (con sodio).
Hasta entonces, el orden recomendado va más o menos así: hasta los seis meses, solo leche materna. Luego entran las papillas de verduras. Al año, se va ampliando el repertorio de alimentos que se muelen y combinan, desde verduras, a pollo, pescado, legumbres y huevo.
Del azúcar, lo ideal es no agregarla, a no ser que la condición nutricional del niño lo amerite.
“Definitivamente no se debe usar endulzantes en menores de dos años (no tenemos evidencia suficiente sobre los efectos de la Stevia, por ejemplo)”, agregó Sylvia Guardia, nutrióloga y pediatra. Pero, luego de esa edad, para ese dulzor extra es preferible entonces usar esos endulzantes.
Y, otro consejo: no se debería consumir soya en toda la etapa infanto-juvenil. “Tiene una configuración estructural similar a las hormonas femeninas; entonces puede producir trastornos hormonales”, comentó Muñoz.
Sin embargo, Guardia no está tan de acuerdo en erradicar su consumo. Considera que para desatar un efecto hormonal no deseado, su ingesta tendría que ser muy alta. En lo que sí coincide es que el aporte en calcio que hace la leche de soya, por ejemplo, se absorbe más lento; por lo tanto, para aquellos que evitan la proteína animal, como los veganos, la soya sería una forma de agregar nutrientes.
Sobre los lácteos, ambas especialistas son férreas partidarias de la leche de vaca.
“Es importante el consumo de lácteos en el proceso de crecimiento. No hay mejor fuente de calcio que la leche animal”, precisó la doctora Muñoz.
En este tema surge otro mito, pues no debe ser leche entera, al menos ya a partir de un año de edad se puede dar al menor descremada o semidescremada.
“Por lo menos medio litro de leche diaria. Después de los dos años, definitivamente descremada, porque la grasa está en otros alimentos”, plantea la nutricionista Guardia, al resaltar que esto siempre dependerá de la condición nutricional de cada menor.
Sobre el ají y los condimentos con fama de irritantes, no hay conflicto. Si son verduras naturales, no hay problema, dicen.
¿Y el alcohol? “No es un nutriente. Aporta calorías sin ningún valor nutricional. Está contraindicado en los niños; es de consumo adulto”, sentenció Muñoz, al asegurar que la vieja idea de los papás de dar a probar de a poco, nunca funciona.
La nutrióloga consideró que ese sería un tema más bien para psiquiatría, pero estimó que la realidad demuestra que un adolescente no se va a medir en su consumo de alcohol por haber sido “entrenado” en su niñez.