Sylvia Araya y Elizabeth Camacho engendraron en su vientre a cinco bebés, ambas con estilos de vida muy distintos. La primera es educadora y tiene que dividirse entre las horas laborales y el cuido de sus hijas, mientras que la segunda es una mujer que tuvo que renunciar a su trabajo y a sus estudios para dedicarse de lleno a la crianza de sus cinco niños.
Más de 200 pañales por semana, entre cuatro y cinco chupones de lecha cada tres horas, anotar en una pizarra los medicamentos de cada uno, llevar un orden sobre las horas de comida y los gustos de todos, acomodar muchas cunas en un mismo espacio y requerir de personas adicionales para que faciliten el cuido, son parte de las tareas que estas mamás tienen en común.
Ellas relataron a La Nación cómo es un día en la ajetreada y peculiar vida que llevan con sus quintillizos.
Araya dio a luz a [[BEGIN:INLINEREF LNCPGL20150518_0002]]cuatro niñas[[END:INLINEREF]] y un niño el 3 de octubre de 2005 en el Hospital de la Mujer, luego de someterse a un tratamiento de fecundación in vitro en Panamá.
Lucía, Fabiola, Victoria, Jimena y Pedro Felipe son los niños que le cambiaron la vida a la familia Cardona Araya.
Luego de un proceso arduo de recuperación, las cuatro niñas lograron superar su condición de prematuras, mientras que el varón falleció 18 días después de su nacimiento debido a una infección.
Araya relata que esta etapa fue dolorosa pero con gran fortaleza tuvieron que salir adelante por los cuatro bebés.
Cambios en infraestructura de la casa, la organización de un 'pañalatón' y cajas de ropa, fueron parte del proceso que afrontaron el 'clan Caray' (forma en la que se denomina esta familia) vecina de Moravia.
"Se llevan muy bien. Cuando a una le pasa algo llegan las otras tres hermanitas a proteger y defender. Se acompañan y es una relación lindísima", afirmó Araya.
"Cuando nos hicimos el tratamiento escuchamos que nos dijeron que fue una irresponsabilidad, pero pensamos que todo pasa por algo. Algunos médicos dijeron no lo volvemos a hacer, porque corríamos mucho riesgo y no queremos que vuelva a suceder.
"A nosotros nos fue muy bien y a nivel personal puedo decir que no tuvimos que congelar ningún embrión. Es una parte en la que no estamos muy de acuerdo y dejamos que Dios hiciera su trabajo", agregó.
Entre las principales críticas que esta familia ha tenido que atravesar son las de la Iglesia católica. "En misa donde algún sacerdote comienza a tocar el tema me siento un poco mal, me llega el dolor porque no saben lo que uno ha pasado", expresó.
Aún así, esta madre dice que "lo volveríamos a hacer sin pensarlo".
Muchos piensan que puede ser una vida caótica y siempre le preguntan: "¿cómo hacen?" Sin embargo, narró que cuando sus hijas eran bebés nunca se afectaron las horas de sueño entre ellas.
La organización es parte de los cuidados especiales, ya que cada una requiere dosis diferentes de medicamentos por el peso, los horarios de alimentación y las técnicas de estudio.
Etapas como aprender a caminar, bautizos, el nacimiento de los dientes, la varicela, cumpleaños, enseñarles a ir al baño y el primer día de clases, requiere "cuatro veces más de organización y paciencia". "Con el apoyo de los familiares es posible lograrlo. Hubo momentos en los que parecíamos un mini hospital", acotó.
Esta madre es educadora, profesión que le facilita entender y apoyar a sus niñas con el proceso de formación académica. "Ellas han desarrollado mucha disciplina, cuando vienen de la escuela ya saben que tienen que hacer sus tareas. Lo trabajamos todos los días", dijo.
Araya y su esposo forman parte de un grupo para padres múltiples que existe en Costa Rica.
La agrupación está conformada por unos 30 padres y se comunican por Facebook.
"Entre todos nos apoyamos y nos pedimos consejos, en temas como la educación, salud, es muy bonito", acotó.
"No nos frustramos", comentó Araya, quien también aseguró que con sus cuatro hijas y su esposo forman un clan único.
Por cinco. Elizabeth Camacho, madre de quintillizos, afirmó que las travesuras son cuestión de todos los días.
Ximena, Celeste, Gabriel, Mauricio y María Belén nacieron el 1 de julio de 2009. Dos de estos niños padecen autismo y otro parálisis cerebral.
Camacho relató que las tareas son bastantes debido a las citas médicas y la atención personalizada que debe brindarle a sus hijos, por lo que tuvo que abandonar sus estudios y el trabajo.
Un día normal en esta familia comienza a las 4:30 a. m. para llevar a dos niñas a la escuela. Luego debe regresar y alistar a los otros tres que estudian en un centro educativo especializado. También debe pensar en comidas distintas porque todos tienen gustos diferentes.
"Ellos tienen personalidades y gustos muy distintos: María Celeste es muy femenina le encanta el rosado; María Ximena es futbolera; a Mauricio le encanta jugar con bolas; Gabriel ama jugar con papel, y a María Belén la entretienen los discos", comentó.
Camacho cuenta que en su casa no hay un solo espacio en la pared que no esté rayado. "Gabriel suele ser el más travieso, un día se subió en la refrigeradora y me botó todos los huevos. Es común estar limipiando el piso por los derrames de chocolate, leche, azúcar...", comentó.
La familia gastaba entre 25 y 30 pañales diarios y en la actualidad la cifra se redujo a 15.
"Es lo normal de un niño, pero en mi caso es multiplicado por cinco", añadió.
Durante el tiempo libre, Camacho también necesita ayuda de otras personas, porque insiste en que ellos requieren de bastante cuido.
"Me gusta llevarlos a los parques, pero que sean cerrados, así me aseguro de que no se van a salir y claro siempre tengo que ir acompañada porque sola no puedo", añadió.
Esta madre afirma que tanto las oraciones con Dios y el apoyo de familiares y amigos es parte del soporte que los ha ayudado a salir adelante.
"Cuando hay citas médicas hacemos turnos para atenderlos. Mi mamá me ayuda mucho porque hay que hacerles muchas terapias.
"Es una jornada muy extensa, pero llena de amor, esto es ser madre", concluyó.
Las travesuras características de los niños, pero multiplicado por cuatro o cinco, al igual que la cantidad de abrazos, besos y compañía, es lo que experimentan ambas familias. En contextos distintos pero con la gran similitud de tener una familia numerosa, las dos dicen que la clave está en vivir cada día y cada etapa en la vida de sus niños.
Sylvia dice que "no nos apresuramos, vivimos cada etapa", criterio con el cual Elizabeth está de acuerdo, "uno los saca adelante, voy pensando en el día a día y todo organizado".