Es médico y su especialidad es ver cómo la nutrición ayuda a mejorar –o empeorar– la salud de las personas.
Para él, uno de los principales problemas radica en que muchos consideran que porque una persona esté satisfecha y no sienta más hambre, eso equivalga a que está bien nutrida, cuando es lo contrario. Eso es lo que define como “hambre oculta”.
Sobre este tema, Hans Biesalski disertó en el XVIII Seminario Latinoamericano y el V Congreso Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos, celebrados en el Hotel Wyndham Herradura.
Las personas tienden a ver su alimentación principalmente en términos de calorías. ¿Cuál es el principal problema con esto?
Que las calorías solo indican la cantidad de energía que le brindan a la persona, y que es posible que sí logren que se sienta satisfecha y se le quite el hambre; pero esto no significa, en ninguna medida, que la persona tenga todos los nutrientes que su cuerpo necesita.
”Si usted come hasta estar satisfecho, pero no le da los nutrientes necesarios, usted estará desnutrido y tendrá algo conocido como ‘hambre oculta’ o ‘desnutrición oculta’”.
¿Qué tipo de personas son más propensas a presentar el hambre oculta?
Ocurre en los dos extremos de la sociedad. Por un lado, se ve en los países más pobres, donde se tiende a dar mucho arroz a las personas. Con eso sí se sacia el hambre, pero las personas quedan desnutridas. Desgraciadamente, eso lo hacen hasta organizaciones de asistencia social, y muchas deben hacerlo por falta de fondos. Hay 2.000 millones de personas en esta situación en el mundo.
”Pero también está el otro extremo: personas que podrán tener mucho dinero, pero que, al no tener tiempo, recurren a la comida rápida, que es, en su mayoría, grasa y carbohidratos, pero que carece de muchas proteínas y vitaminas necesarias para estar bien nutrido.
”No es saludable cualquier tipo de alimentación en la que se coma solo de uno o dos grupos de comida dejando por fuera los demás ”.
¿Cuáles son las consecuencias de esta situación?
En los niños, la mortalidad es alta porque su exposición a enfermedades infecciosas es mayor. Si sobreviven, crecen mucho menos y su estatura es mucho menor. Esto también hace que la capacidad cerebral de los pequeños sea menor.
¿Qué debemos comer?
De todo: así de sencillo, pero en diferentes proporciones; es decir, las grasas son necesarias y no debemos eliminarlas del todo, pero sí consumir lo menos posible.
”No debemos olvidar las frutas ni las verduras, así como la carne o fuente de proteína. Si vemos nuestro plato colorido, vamos por buen camino.
”Desgraciadamente, no muchos tienen el acceso a esos alimentos. Ese es el reto principal”.
¿Cuál es la solución?
No dar cantidad de alimentos, sino calidad de alimentos. Es preferible que las personas coman menos pero que se nutran más, a personas que coman hasta llenarse y más allá, pero no obtengan los nutrientes que necesitan.
”Las deficiencias están ahí, pero las personas no las ven. Por ejemplo, si usted tiene deficiencia de vitamina A, usted no la sentirá, pero el impacto sobre su sistema inmunitario lo hará más propenso a resfríos y otras enfermedades.
”Lo mismo pasa con la vitamina B12: usted no siente si no la tiene, pero su impacto sobre la memoria, por ejemplo, se percibirá con el tiempo”.
¿Qué podemos hacer como sociedad para ayudar?
Primero, educar a la población para que sepa que, para tener una alimentación de calidad, se necesita una dieta mixta.
”Por otra parte, hay que evaluar los grupos de riesgo, como las personas más pobres, las mujeres jóvenes o en período de embarazo o lactancia, las personas mayores o quienes tienen problemas de anorexia, bulimia o de no comer proteínas suficientes.
”Además, los médicos deben prestar atención especial al tamaño de los niños y a que este vaya de acuerdo con su edad. Si son más pequeños que lo normal, una razón puede ser la desnutrición”.