Hace 109 años se dio a conocer en Varsovia, con la esperanza de convertirse en un idioma de aceptación universal, que arreglara, de una vez por todas, la confusión creada en Babel, cuando Dios --según el Génesis-- creó las lenguas y confundió a los hombres que construían una torre para llegar al cielo.
Pero hoy, a casi un siglo de su creación el esperanto, sigue a la espera.
Creado por el médico y filósofo polaco, Lázaro L. Zamenhof, el esperanto ha contado desde 1887 con muchos propulsores aunque se ha extendido básicamente en círculos intelectuales y no de manera popular.
Precisamente, a partir de hoy, en nuestro país empieza el III Congreso Americano de Esperanto, en el que participarán representantes de 24 países de América y Europa.
Este idioma se define como un instrumento para la paz que no pertenece a ninguna cultura determinada, sino a todas las culturas del mundo, según Hugo Mora Poltronieri, quien se ha dedicado a su estudio y es uno de los organizadores del Congreso.
Según Mora, el esperanto está compuesto en un 60 por ciento de raíces latinas, 30 por ciento eslavas y 10 por ciento restante proviene de diversas regiones del mundo.
Más práctico aparentemente que los lenguajes artificiales inventados, el esperanto reduce el peso muerto de las formas gramaticales y emplea una gran cantidad de raíces internacionales. Según sus estudiosos una persona con mediana cultura conoce aproximadamente el 75 por ciento de las raíces de su vocabulario.
Obras tan famosas como La divina comedia, de Dante, los poemas épicos de Homero, las principales obras de Hesíodo, Virgilio, Goethe, Wilde, Tolstoi, Kant y Cervantes cuentan con una versión en esperanto.
El Congreso que se realizará en nuestro país se inaugurará hoy, a las 6 p.m., en el Colegio de Costa Rica (antigua FANAL) y se extenderá hasta el 17 de febrero, en sesiones que se efectuarán en la Universidad de Costa Rica. Durante la actividad, que por su trascendencia fue declarada de interés cultural, los organizadores pretenden difundir la práctica del esperanto.