Enfocarse en uno mismo y desde allí hacer algo así como un inventario de los factores que nos causan el estrés cotidiano para “desarmarlos” y, poco a poco, hacer una estrategia para derrotarlos.
Ese fue el principal consejo que ofreció ayer a los usuarios de La Nación en Internet María Mercedes de la Fuente, especialista en entrenamiento empresarial y personal y fundadora de la Asociación de Coaching de Costa Rica.
Según De la Fuente, “no existen curitas para el estrés, porque este no se puede tapar con una curita. Eso sería como tapar una herida que necesita ventilarse”.
En su lugar, lo que uno debe hacer es precisamente reconocer ese estrés y vivirlo conscientemente. No obviarlo o negarlo.
Ojo que no es disfrutarlo tampoco. Lo que sugiere la especialista es tomarse el rato requerido para conocer qué nos está estresando, produciendo tensión, insomnio, desazón, malestar y nos hace la vida complicada o miserable.
Recordemos que el estrés está relacionado con el bloqueo de zonas del cerebro que tienen que ver con la innovación. Además, provoca desgaste físico, problemas gástricos e incluso musculares.
¿Cómo combatirlo? La experta aseguró en el chat de La Nación que resulta muy útil empezar por tratar de silenciarse un ratito.
Y por callarse no debe entenderse solo “parar de hablar” en voz alta o por mensajes de texto, sino de verdad guardar silencio y reservar un tiempo para pensar e incluso para dormir. “Es bueno tomar distancia del problema que enfrentamos, para poder abordarlo desde otra perspectiva. A veces es suficiente con una siesta o cambiarse físicamente de sitio, incluso dentro de la misma oficina”, explicó.
De esta manera, es posible diferenciar entre los factores internos (o emocionales) y los externos que nos producen ese estrés. La categorización permite identificar lo que podemos controlar y lo que no.
Entre los factores internos podrían estar miedo, tristeza o duelo. Entre los externos destacan la enfermedad de un familiar, un accidente o un ambiente laboral hostil o demandante.
Para De la Fuente, es desde ese lugar de conciencia donde uno puede ver sus problemas sin juzgarlos ni juzgarse, y puede construir y cimentar su paz cotidiana. “La respuesta ante el estrés del cuerpo es muy primitiva y nos hace ponernos en ataque o huir. Eso era muy favorable cuando un dinosaurio nos amenazaba, pero no muy bueno para enfrentar la cotidianidad ni a otras personas, tampoco para ser innovador o creativo al tomar decisiones. Hay que estar conscientes”, asegura.
También ayuda a promover actividades que favorezcan nuevas conexiones neuronales. La meditación y mecanismos de autocontrol son aconsejables. “En momentos de estrés necesitamos oxigenarnos. El agua ayuda”.