A bordo del cohete Delta II, la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) lanzó ayer el satélite Orbiting Carbon Observatory-2 (OCO-2), que suministrará información útil para entender el cambio climático.
El lanzamiento se realizó desde la base Vandenberg, de la Fuerza Aérea en California, Estados Unidos, en un exitoso segundo intento por llevarlo al espacio después de fracasar el martes debido a una falla en el flujo de agua del cohete.
Así, el OCO-2 sustituye al satélite que perdió la agencia en el 2009 debido a una falla técnica del cohete Taurus XL que lo transportaba y que hizo que este se estrellara en el océano Pacífico.
Con OCO-2 y en una misión de dos años, NASA pretende medir los niveles de dióxido de carbono, para así elaborar mapas más detallados de la distribución de dicho gas en la atmósfera, ya que este es uno de los factores que más se vinculan con el cambio climático.
También, los datos aportados por OCO-2 permitirán identificar los sitios donde el gas es capturado por bosques. “Esas mediciones, que tendrán una gran precisión, servirán para sentar las bases de decisiones políticas sobre cómo adaptarse al cambio climático y cómo mitigarlo”, dijo Michael Freilich, director de la división de Ciencias de la Tierra de la NASA.
El satélite tomará 24 mediciones por segundo gracias a un campo de visión de tres kilómetros cuadrados.
Lo único que podría opacar las mediciones es la nubosidad, aunque la NASA considera que unas 100.000 instantáneas de datos sin nubes serán ya útiles.
“El cambio climático es el reto de nuestra generación”, manifestó Charles Bolden, director de NASA y astronauta retirado.
OCO-2 mide 91,5 centímetros y pesa 447 kilogramos. En los próximos 10 días, se colocará en órbita para empezar a tomar datos 45 días después de su lanzamiento.
Los primeros resultados se esperan para principios del 2015.