Él es Julio Jurado, director del Sistema Nacional de área de Conservación (SINAC). Su trabajo es sencillo, bromea. Este ente es responsable de administrar “apenas el 25% del territorio nacional” que está bajo alguna categoría de manejo y protección.
Jurado es optimista. El asegura que si bien los recursos son limitados, las personas que trabajan allí son gente con causa, con corazón y pasión. Funcionarios que inspiran a cualquiera con su compromiso por ayudar.
Su misión durante esta administración, asegura, es premiar ese esfuerzo con mejores condiciones de trabajo, revisando y readecuando labores y dándoles más oportunidades de profesionalizarse.
Sin embargo, no la tiene fácil. Recientemente se dictó la ´política de congelar plazas en los puestos públicos’ y esto significa que si en un parque nacional trabajaban ya solo 5 personas, si una se pensiona, el parque se queda con apenas 4 guardaparques.
Resolver la estructura interna del SINAC también es parte de sus retos. Esto lo que busca hacer ajustes es que una mayoría de los recursos que tiene esta instancia lleguen realmente a los parques y guardaparques y no que se queden ‘más arriba’, en otras labores.
Este es un extracto de una conversación con él.
¿Cuáles son las actuales prioridades del Sinac?
Las prioridades que yo he identificado son varias. Primero, estamos en un proceso de elaboración del plan de acción para el año entrante y en ese proceso quisiera que esta oficina jugara un papel más de apoyo a las áreas de conservación.
“El propósito es que, en la estructura del Sinac, las áreas de conservación sean la parte central y más importante, así como la gente que trabaja ahí. Además, queremos darles el mayor apoyo posible a los funcionarios vinculados con control y prevención en las áreas protegidas.
”Otro problema que he visualizado es el relacionado con la tenencia de las tierras en las áreas protegidas. Por un lado, hay gente que tiene propiedades privadas que están metidas en parques o en alguna de las áreas silvestres protegidas. Según la categoría de manejo y las características de las áreas silvestres, deberían ser expropiadas. Digamos que esa es gente que tiene una condición regular, pero que por ley se debió haber expropiado hace mucho tiempo. Hay una gran deuda acumulada del país desde hace muchos años y las sumas que hay que pagar son astronómicas. Presupuestariamente, se asigna una suma muy pequeña (¢1.000 millones al año) y hay que ver cómo se avanza un poco más.
”La otra cara del problema es la ocupación ilegal de estas áreas por gente que no tiene título de propiedad. Alegan posesiones. Y este es un problema serio y socialmente conflictivo, por lo menos potencialmente. Hay que avanzar en su solución. Desgraciadamente, en algunos de estos casos, resolver el problema requerirá de intervención legal, porque el marco legal en el que nos desarrollamos impide resolver este tipo de situaciones”.
Hay algunos proyectos presentados en la Asamblea Legislativa en este sentido, no necesariamente presentados por el Sinac, pero que podrían ayudar en la solución de esta problemática. Pero sí, este es un problema grave.
¿En cuáles zonas del país se está dando esta ocupación ilegal?
Pues hay varias áreas, pero tenemos información parcial sobre eso. Ese es parte del problema. Uno de mis objetivos aquí es que se tenga la información necesaria para gestionar esos territorios. Al final, el Sinac tiene como labor primordial gestionar y administrar territorio, y nada menos que el 25% del territorio nacional.
”La mayor parte de las categorías de manejo implican propiedad pública de sus terrenos. Lo primero que debemos tener claro y que hay que solventar, es una adecuada información territorial. ¿Qué es lo que hay en cada uno de esos territorios y que a nosotros nos toca administrar? No solo hablo de ecosistemas que conservar, también debemos saber cuáles son los sitios ocupados y qué se está haciendo”.
¿Sinac tiene los recursos para hacer ese inventario?
Se ha hecho en parte y también se pueden reorientar recursos. Yo creo que se podría aprovechar la cooperación internacional para acentuar este proceso y poder ir levantando esa información. Esos datos deben quedar reflejados en cartografía.
”No es que el Sinac no sepa nada, pero tiene información muy parcializada. Tenemos, por ejemplo, un mapa de cobertura forestal, pero no es toda. Nuestra principal carencia es de información catastral, de la situación de la tenencia de la tierra, y me refiero a un asunto fáctico, independientemente de la condición jurídica de esa ocupación. Es decir, puede haber propietarios legítimamente inscritos y poseedores que no tienen ninguna titularidad sobre la tierra en la que están”.
¿Y estamos hablando de mucha gente en condición ilegal?
Darle esa respuesta podría inducir a magnificar o minimizar el problema. Es lo suficientemente importante para que sea un problema por resolver. Hay áreas particularmente graves. Por ejemplo, en la Reserva forestal de Golfo Dulce tenemos un problema serio (...). Hay también problemas en el refugio de la zona fronteriza norte.
”Los 2.000 metros de zona fronteriza son propiedad del Estado y allí hay un refugio que abarca la mayor parte de esta zona. Es decir, no solo es propiedad pública, sino de protección ambiental, pero allí hay fincas y arrozales”.
”Por eso digo que hay mucho pendiente para la consolidación de las áreas protegidas, pero no solo desde la parte ambiental sino también social. Es decir, que la gente que vive donde están las áreas se sienta identificada y no que más bien vea las áreas protegidas como un inconveniente. Ese es otro problema grave que tiene el Sinac. Los cantones que tienen más territorios sometidos a áreas bajo algún tipo de conservación son los más pobres del país. Y entonces el verde que genera la marca país no retribuye a las zonas con divisas. Los pobladores de esas zonas son los que están pagando el costo social del ‘negocio’ y eso lo queremos empezar a cambiar con participación ciudadana.
¿Es sostenible que el país espere tanto de algo en lo que invierte tan poco como sus áreas protegidas? ¿No es una contradicción?
Sí, eso es cierto. Es una contradicción. Cuando uno ve cómo se distribuyen los recursos en el Sinac, al fin de cuentas a los que menos les llega es a las personas que están relacionadas con la conservación y la vigilancia.
”Los guardaparques están en malas condiciones, es cierto. No son los que mejor ganan e incluso son los que tienen menor calificación profesional. Nosotros quisiéramos revertir eso. Por ejemplo, estamos retomando el tema del pago de la disponibilidad de los guardaparques y el del riesgo policial. Aquí hay un problema serio porque, de conformidad con la legislación ambiental, los guardaparques son policía ambiental, pero en la Ley General de Policía eso no está incluido. Entonces hay una interpretación que se dio en su momento de que no lo eran. Queremos mejorar su condición. El problema mayor que tenemos ahora en Sinac es el decreto de contención del gasto público, que nos amarra más la posición de tener más guardaparques. El decreto no es absoluto, pero hay que argumentar bien para lograr excepciones. Además, acabamos de aprobar un diplomado para los guardaparques en la Universidad Nacional.
”Yo diría que debería haber más inversión pública. En el futuro, hay que evaluar algunas otras formas de financiamiento como la concesión de servicios (esto se está haciendo ya en el Chirripó, donde se ha dejado en manos de vecinos la administración de los servicios de hospedaje y alimentación). Ahora por ejemplo, se mandó a extraordinarias un proyecto de ley para revisar lo que se cobra por impuesto de vida silvestre. Eso significaría un alza en los ingresos”.
¿Y cómo avanza la iniciativa de subir las tarifas para generar más ingresos?
Bien. Entran a regir las tarifas el primero de noviembre. Lo que se eliminó fue el cobro del 13% del impuesto de ventas y eso beneficia al consumidor.
¿Cuál es el presupuesto anual que tiene el Sinac?
Es un poco más que el año pasado precisamente porque incluimos el aumento de tarifas, pero no demasiado.
¿Cómo se siente al afrontar todos los retos del Sinac?
Hay días que uno se siente abrumado, pero yo soy optimista. Creo que aquí hay capacidades suficiente. El Sinac tiene la gente, la disposición, la motivación y la pasión. Lo que se necesita es buena orientación y claridad sobre los problemas centrales y avanzar en lo que sí se puede. Uno ve con lo poco que trabajan y lo mucho que hacen los guardaparques y se anima e inspira. ¿Cómo no vamos a poder ayudarlos? Ellos merecen el respeto y la admiración de todos.