El motor del bote impide escuchar el murmullo natural del río Sarapiquí, pero nada se interpone para contemplar los sorprendentes y confianzudos inquilinos que habitan en sus aguas verdosas y en cada una de sus márgenes.
La densa vegetación y la lluvia abundante del bosque tropical húmedo en las tierras bajas del Caribe dan cobijo a cientos de especies que, a su vez, regalan un espectáculo visual a los humanos.
Como parte del I Simposio Internacional de Herpetología, el albergue ecológico Selva Verde Lodge organizó una excursión en bote por un tramo del río Sarapiquí, en la zona norte del país.
Del 2 al 7 de setiembre, científicos costarricenses y extranjeros –expertos en reptiles y anfibios– se dieron cita en Chilamate de Sarapiquí para presentar sus ponencias y participar en giras de campo.
La mañana del miércoles 4 de setiembre, las nubes se adueñaron del cielo, pero la lluvia se dio de vacaciones para fortuna de los excursionistas.
Poco a poco, los habitantes de este vecindario natural realizaban sus tareas cotidianas a su propio ritmo y parecían no intimidarse ante la mirada curiosa y los flashes de las cámaras: caimanes, iguanas, tortugas, basiliscos, tucanes, golondrinas, búhos, garzas, pájaros sargento e ibis verdes fueron algunos de los “vecinos” que salieron a saludar.
Una de las especies que más llamaron la atención del guía naturalista Iván Castillo fue el búho olopopo ( Pulsatrix perspicillata ).
“Aunque son bastante comunes en el área, es difícil verlos pues tienen un rango de desplazamiento muy corto. Se alimentan prácticamente de todo lo que encuentran y una vez vi uno comerse una serpiente coral”, contó Castillo.