Estaba previsto terminar este viernes, pero las negociaciones se extenderán al sábado para ajustar el documento que contiene el nuevo acuerdo climático, que ayudará a impedir que la temperatura promedio del planeta se incremente por encima de dos grados Celsius (2 °C).
De esta forma, la 21.ª Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tiene lugar en Le Bourget (Francia), entra en su recta final.
“Soy optimista. Tras las consultas que voy a realizar, podré presentar a todas las partes mañana (hoy sábado) un texto que, estoy seguro, será aprobado y constituirá un gran paso para toda la humanidad”, dijo a la agencia AFP el canciller francés Laurent Fabius, quien preside esta cumbre climática.
El último borrador del acuerdo consta de 27 páginas y tiene 48 puntos polémicos (entre corchetes, como se les dice en la jerga de la COP21) en contraposición a los 350 de la versión anterior.
Esos temas polémicos siguen siendo el financiamiento, la diferenciación entre países desarrollados y emergentes a partir de su responsabilidad histórica, así como la ambición en el largo plazo, ya que algunas naciones argumentan que 2 °C no es suficiente y piden que la meta sea 1,5 °C.
Los países desarrollados se niegan a ser los únicos obligados a realizar recortes de emisiones y a aportar financiamiento. Por eso les piden a China e India que también lo hagan, pero estos prefieren que sean actos voluntarios. Para evitar entrabar la discusión, los negociadores trabajan, palabra por palabra, para tratar de lograr un consenso en el lenguaje, siendo particularmente cautelosos en los “debe” y “debería”. “Estamos en ese momento donde cada palabra y donde cada coma cuentan”, comentó a la AFP el ministro peruano y anterior anfitrión (COP20 Lima), Manuel Pulgar-Vidal.
Ambicionar 1,5 °C. En cuanto a la ambición, el nuevo texto propone limitar el calentamiento por debajo de los 2 °C y proseguir con los esfuerzos para alcanzar 1,5 ºC, meta proclamada por la Coalición de los Países Ambiciosos.
Este grupo reúne a la Unión Europea, Estados Unidos, y a países africanos y latinoamericanos, como Costa Rica. El último en sumarse fue Brasil, mientras China e India están ausentes.
“Esta movida de Brasil podría cambiar toda la dinámica en las últimas horas”, manifestó Martin Kaiser, de la organización ambientalista Greenpeace.
Esta coalición aboga porque el acuerdo sea legalmente vinculante, la meta sea de largo plazo y acorde con la ciencia, los compromisos sean sujetos a revisión cada cinco años y exista un sistema unificado de monitoreo de las emisiones de cada nación.
“Para lograr la meta de 1,5 °C, se debe establecer un compromiso de mitigación de largo plazo de completa descarbonización para el 2050, lo cual debe venir acompañado de compromisos de financiamiento y paquetes de apoyo que deben empezar a implementarse antes del 2020. Esta es una meta muy ambiciosa y difícil de alcanzar, pero no es imposible”, detalló el ministro costarricense de Ambiente, Édgar Gutiérrez, en su perfil de Facebook.
Derechos humanos. Para Costa Rica, la meta de 1,5 °C es un tema de justicia y derechos humanos.
“Nuestra posición es que se reconozca el respeto a los derechos humanos y la igualdad de género, no solamente en el preámbulo, sino también en el propósito del Acuerdo de París. Esto es clave para lograr su efectiva implementación”, expresó Gutiérrez.
Costa Rica es el impulsor del Compromiso de Ginebra por los Derechos Humanos en la Acción Climática, la cual ha sido suscrita por 32 países.
“Es una iniciativa voluntaria, en la que los Estados participantes se comprometen a facilitar el intercambio de buenas prácticas y conocimientos entre sus expertos de cambio climático y derechos humanos, con el objetivo de fortalecer las capacidades comunes de respuesta al combate al cambio climático”, explicó Gutiérrez.