Varsovia, Polonia. Aumentar la cobertura boscosa y prevenir la deforestación es una excelente manera de combatir el cambio climático.
Esto suena lógico para un costarricense, ¿verdad? Sin embargo, fue hasta ayer que la Conferencia Climática de la ONU ratificó un paquete de proyectos que le dan finalmente un sustento logístico y financiero a esta afirmación.
Los 194 países reunidos en Varsovia aprobaron un paquete de propuestas que reconoce que evitar la deforestación es una medida efectiva para mitigar emisiones de dióxido de carbono y, con ello, abre el camino para financiar estos programas con base en resultados verificables.
Esta era una de las prioridades de Costa Rica en esta conferencia, según confirmó al inicio de la cumbre el director de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente y Energía, William Alpízar.
La protección forestal es de vital importancia para el plan de carbono neutralidad del país. Alrededor del 75% de la iniciativa de ser una nación carbono neutral en 2021 depende de la cantidad de dióxido de carbono que puedan capturar nuestros bosques.
“Este es el producto más significativo de esta conferencia”, aseguró Ricardo Ulate, uno de los encargados del tema en la delegación nacional.
El acuerdo aprobado en Polonia se enmarca en el mecanismo de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques (conocido como REDD+ por sus siglas en inglés). Esta es una plataforma internacional para crear ambiciosos programas forestales.
El plan establece siete puntos clave que van desde la definición de cuáles son los principales impulsores de la deforestación hasta cómo debe retribuírsele a un país la protección de sus áreas boscosas.
La deforestación es responsable de cerca del 20% de las emisiones de dióxido de carbono del mundo.
Prioridad. Desde el primer día, nuestro país promovió uniformar los criterios para saber cuánto bosque gana o pierde cada país y ha canalizado estos esfuerzos a través de la Coalición de Naciones con Bosques Lluviosos (CRN, por sus siglas en inglés).
“Si me dicen que cuente cada hoja de los árboles, las cuento. Pero es necesario un sistema robusto y homogéneo a nivel internacional para la protección forestal”, apuntó el pasado martes 13 el director del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo), Jorge Mario Rodríguez.
El paquete que se aprobó, llamado Marco de Acción de Varsovia para REDD+, establece los lineamientos técnicos que cada país debe seguir para definir sus sistemas de monitoreo forestal, los niveles de referencia para bosques y la medición, el reporte y la verificación de estos datos.
Los expertos coinciden en que los niveles de referencia son vitales, pues permiten cuantificar cuánto bosque habría ganado el país y, por ende, cuánto dióxido de carbono han “secuestrado” estos árboles.
Como Costa Rica ha recuperado cobertura boscosa de manera continua, lo más conveniente para el país es un nivel de referencia lo más cercano a 1987, cuando comenzó nuestra reforestación.
Como son logros previos a la implementación propia del programa, se conoce como “esfuerzos tempranos”.
Sin embargo, Ulate comentó que es probable que la línea base tica se sitúe en 2007, cuando teníamos 48% de bosques. Actualmente, Costa Rica cuenta con 53,3% de cobertura forestal.
Esto se debe a que el mecanismo REDD+ como tal se reconoció hasta ese año, en la cumbre climática celebrada en Bali, Indonesia, pero fue oficialmente tres años después, en la cumbre del clima de Cancún, cuando empezó a discutirse.
Los esfuerzos previos fueron realizados en el marco del Programa de Servicios Ambientales, una iniciativa promovida en 1997 por el Minae.
Por este precedente, Costa Rica ha sido uno de los líderes históricos del proceso REDD+, junto con Papúa Nueva Guinea (PNG), otra entusiasta forestal.
“Costa Rica es pequeña, pero tiene una capacidad de trabajo más alta que la de otros países en vías de desarrollo y es capaz de aportar experiencia y profesionales con conocimiento para aportar (en REDD+)”, señaló Kevin Conrad, embajador para cambio climático de PNG y director de la CRN.
Dineros. Como la gran mayoría de los programas de combate al cambio climático, es necesario un sustento financiero que respalde los planes de mitigación de emisiones.
El dinero llegará a los países que logren comprobar mediante la metodología aprobada que han sido capaces de reducir sus emisiones. No obstante, deben hacerlo de acuerdo con medidas de protección extras, como respetar las tradiciones de pobladores autóctonos y no afectar la biodiversidad local.
Costa Rica proponía un financiamiento mixto. Es decir, fondos que vinieran tanto del sector público –como cooperación extranjera y aportes estatales– hasta flujos de dinero desde la empresa privada, tal como hace el mercado interno de carbono tico.
“Costa Rica ha invertido cerca de $500 millones en los últimos 20 años en su proyecto forestal, 80% de los cuales han venido de fondos públicos. No nos digan que no hay dinero para combatir la deforestación y el cambio climático”, puntualizó el miércoles en su intervención ante el plenario de la cumbre René Castro, ministro de Ambiente y Energía.
El nuevo paquete abre la puerta a varias fuentes de ingreso, entre las que destacan tres: el Fondo Verde del Clima (al que países desarrollados deben aportar $100.000 millones anuales), el Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques (manejado por el Banco Mundial, que firmó con Costa Rica una carta para aportarnos $63 millones) y un fondo de $280 millones que crearon Estados Unidos, Inglaterra y Noruega.