Unos 180 estudiantes y profesores de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y también de Costa Rica, trabajaron esta semana como voluntarios en la pequeña comunidad de El Silencio, en Savegre de Quepos.
Los jóvenes finalizaban este viernes sus labores de apoyo al refugio de vida silvestre de la zona y en los servicios de salud, así como en el embellecimiento del pueblo, contó a La Nación , Elenilzon Arroyo, director de la Asociación de Bachillerato Internacional de Costa Rica (Asobitico), que organiza este evento.
El Silencio fue el sitio elegido por tratarse de un esfuerzo cooperativo de turismo rural comunitario, que incluso cuenta con su propia moneda: el UDIS (unidad de intercambio solidario).
La idea es que los latinoamericanos puedan aprender del cooperativismo y de la vida en el campo para que luego lo compartan con amigos y familiares.
“Quisimos traerlos para que aprendieran de un grupo de gente que logró salir adelante trabajando en equipo y a partir de la tierra; son un ejemplo”, dijo Arroyo.
Lección de vida. “Me ha gustado mucho encontrar gente de tantos países y sentir que Latinoamérica es como un solo país. Hasta se le pegan a uno los acentos. Tengo una excelente impresión de Costa Rica y de los ticos. En la casa donde me quedo, hablé de fútbol en las primeras tres horas, de cambio climático y de política internacional. Es una gran experiencia”, expresó el argentino Felipe Mirovich, de 16 años.
Por su parte, la costarricense Daniela Rojas también dijo sentirse afortunada por “hacer turismo dentro de su propio país”.
Esta alumna del Liceo de Poás estuvo limpiando jaulas y senderos en el refugio de vida silvestre. “A pesar de ser un trabajo difícil y cansado, es muy satisfactorio. Ya tengo muchas ganas de terminar y verlo completamente listo”, aseguró Rojas.