Los lentes de contacto son utilizados para reducir imperfecciones ópticas como la miopía, astigmatismo o hipermetropía. Ahora, también servirán para graduar a la perfección la cantidad de luz que recibe el ojo.
Este avance se logró concretar tras 13 años de investigaciones lideradas por la la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
El objetivo es proteger el proteger el ojo de posibles daños producidos por la luz violeta y la azul, diez veces más energéticas que el resto; y prevenir la degeneración molecular de la retina.
Lo anterior se logra gracias a una especie de filtro que actúa como barrera para que la luz que daña no llegue al fondo del ojo.
Celia Sánchez-Ramos, profesora que dirigió el estudio, explica que el trabajo partió de la premisa de que la luz a la que se está expuesto es más de la necesaria. Se calcula que durante un año se exponen al menos a 5.500 horas de luz.
"La cantidad de luz es cada vez mayor, pues a la luz natural y la iluminación artificial, hay que sumar la que emiten dispositivos como teléfonos móviles, tabletas y ordenadores. Lo que hacemos es dar al ojo una mejor calidad de luz", comentó Sánchez-Ramos.
La investigadora explicó que aunque el sistema visual humano tiene métodos fisiológicos de protección, el rápido avance tecnología no le ha permitido adaptarse.
El director técnico de Servilens, empresa que comercializa esta tecnología, precisó que, además de la protección, estas lentes de contacto tienen el valor añadido de prevenir la degeneración macular de la retina, un tejido que no se regenera.
Los lentes estarán disponibles en más de 40.000 tipos, no solo las que corrigen defectos, sino también en aquellas que no tienen graduación.