El lugar, ubicado 180 kilómetros al noroeste de Santiago, fue declarado por la organización ambientalista Oceana como “zona de sacrificio”, porque además de la fundición de cobre, se encuentran allí tres centrales termoeléctricas a carbón.
“Ningún gobierno ha tomado medidas efectivas para abordar la situación de Ventanas, y eso ha permitido que las empresas actúen con total impunidad”, dijo a Tierramérica el director ejecutivo de Oceana, Alex Muñoz.
La justicia ordenó que se desentierren en las próximas semanas los primeros cuatro cuerpos de trabajadores que habrían perecido por las altas concentraciones de diferentes metales en la sangre, los riñones y el corazón, entre otros órganos.