El ser peón agrícola, trabajar a la intemperie en altas temperaturas entre las 10 a. m. y las 2 p. m. y el tomar altas cantidades de analgésicos y antiinflamatorios, son tres causas directamente relacionadas con la enfermedad renal crónica en Guanacaste.
Así concluye el estudio realizado durante ocho años por la Unidad de Vigilancia Epidemiológica de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), sobre los casos presentados en trabajadores costarricenses.
Esta enfermedad se caracteriza porque el riñón no funciona bien y la persona comienza a tener problemas para eliminar toxinas a través de la orina. Con el tiempo, el riñón deja de funcionar del todo y la persona requiere un trasplante. Mientras consigue un donante, la persona debe llevar una diálisis, una máquina que purifica al cuerpo de toxinas, pero esto lleva a incapacidades constantes.
Más de 80 funcionarios de la CCSS participaron de esta investigación que exploró factores como el agua, exposición a agroquímicos, actividades diarias, temperaturas, uso de medicamentos, uso de medicina natural y uso de tabaco y alcohol, entre otros factores.
El estudio señaló que el uso de analgésicos aumentaba en 1,5 veces el riesgo de esta enfermedad, el ser peón agrícola subía 3,7 veces el riesgo y el trabajar de 10 a. m. a 2 p.m. al a intemperie hace que la persona tenga 4,3 veces más de posibilidades de tener esta enfermedad que quienes no lo tienen.
Aun más, si se tienen menos de tres años de trabajar en esto, el riesgo es igual que quienes no tienen este tipo de trabajo, si se trabaja en esto de cuatro a diez años, el riesgo aumenta 3,7 veces, y si se trabaja en esto más de 10 años, el riesgo aumenta más de cuatro veces.
"Ya hoy conocemos los factores de riesgo, ahora debe reforzarse el primer nivel de atención y hablar con las autoridades pertinentes para mejorarles las condiciones a los trabajadores", dijo Roy Wong, coordinador de la investigación.
El estudio comenzó cuando se vio que en Guanacaste el riesgo de desarrollar esta enfermedad era tres veces mayor que en el resto del país y la mortalidad era un 36% mayor.
"Es una enfermedad que resulta cara por lo que hay que también hacer un esfuerzo porque todo trabajador esté asegurado. De enero a octubre se invirterion ¢3.264 millones en el tratamiento de esta enfermedad. Un paciente hospitalizado puede significar ¢4,6 millones, y si está en su casa, el proceso de diálisis tiene un costo similar", comentó María Eugenia Villalta, gerente médica de la CCSS.