El descubrimiento confirma además que los amerindios son los descendientes de los primeros habitantes del continente.
La osamenta, que pertenece a una joven de entre 15 y 16 años del Pleistoceno tardío, a quien bautizaron como Naia, “ha sido estudiada desde hace casi tres años por especialistas nacionales y extranjeros y ha sido fechada científicamente con una antigüedad de 13.000 y 12.000 años en laboratorios de Estados Unidos y Canadá”, dijo María Teresa Franco, directora general del INAH.
Tras haber sido sometido a estudios de ADN mitocondrial, carbono 14 y uranio/torio, se dedujo que se trata del “resto humano más antiguo que se conoce en América”, según Franco.
Estos resultados fueron publicados el jueves en la revista estadounidense Science.
El hallazgo es el eslabón que faltaba para confirmar el vínculo entre los primeros pobladores de América y los grupos indígenas contemporáneos del continente.