San José (Redacción).
El hambre no solo afecta el estado de ánimo, sino también la toma de decisiones y la voluntad de asumir riesgos.
Así lo reveló un estudio hecho por el Instituto Max Planck de Neurobiología en Martinsried con moscas, cuyos investigadores vieron que el hambre no sólo modifica el comportamiento, sino también las conexiones en el cerebro.
“La voluntad de muchos animales a tomar riesgos aumenta o disminuye dependiendo de si el animal está hambriento o lleno. Por ejemplo, un único depredador caza presas más peligroso cuando se está cerca de la inanición”, explican en el sitio del instituto.
Sin embargo, esto no sucede solo con los animales sino también con los humanos: un estudio previo ya había mostrado que los sujetos con hambre eran capaces de tomar riesgos financieros significativamente mayores que sus colegas saciados.
Experimento. Las moscas suelen percibir incluso pequeñas cantidades de dióxido de carbono y las interpretan como un signo de peligro para huir.
En varios experimentos, los científicos colocaron las moscas en entornos que contenían dióxido de carbono o una mezcla de dióxido de carbono y olor a comida y se vio que las moscas hambrientas superaron su aversión al dióxido de carbono mucho más rápidamente que las que habían sido alimentada, si había un olor a comida en el ambiente.
Así, quedó en evidencia que, frente a la posibilidad de tener acceso a alimentos, las moscas hambrientas estaban significativamente más dispuestas a asumir riesgos que las saciadas.