De acuerdo con la información divulgada por esta dependencia se hallaron al menos siete osamentas, a un lado de las cuales, a manera de ofrendas, había unas 30 piezas de cerámica, entre platos, vasos, cuencos, además de puntas de obsidiana, cuentas de jade y pendientes de concha, lo que indica que se comerciaba con otras regiones de Mesoamérica.
Algunas de las piezas tienen inscripciones jeroglíficas, lo que es poco común en el área.
Las tumbas, localizadas a unos 20 kilómetros de Chichén Itzá, uno de los mayores centros de desarrollo de la cultura maya, corresponden probablemente al período entre los años 600 y 800 de nuestra era, de acuerdo con el Inah
Estos descubrimientos y otros realizados en la zona han permitido “establecer que hace más de 1.200 años había una densidad poblacional importante, dispersa en asentamientos cercanos en torno a cenotes, y después por diversas razones, se desarrolló Chichén Itzá como la capital que dominó el área”, informó el Inah en un comunicado.
Las excavaciones son parte de una gestión de rescate arqueológico emprendido a partir de la ampliación de la carretera que conecta a las poblaciones d Libre Unión y Yaxcabá, en Yucatán.
En dicho tramo, que comprende alrededor de 18 kilómetros, se detectaron 28 estructuras arqueológicas de distintas dimensiones, casi todas ellas colapsadas. Según el Inah, se encontraron desde cimientos simples sobre nivelaciones naturales del terreno y bases para construcciones habitacionales más elaboradas, hasta estructuras piramidales de entre 6 y 12 metros de altura.
La cultura maya se desarrolló en cinco distritos del sureste de México, así como en Guatemala, El Salvador, Honduras y Belice.
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