Entrar a una tienda y que todos los juegos sean gratis... Así empezaba el sueño recurrente de cualquier amante de los videojuegos hace dos décadas, en los días del Súper Nintendo.
En aquel momento, esa idea solo era posible en los brazos de Morfeo. Sin embargo, pocos años después, los emuladores en las computadoras personales, los juegos en el teléfono celular y algunas iniciativas independientes –como Minecraft– le dieron una probada al mundo de que ese sueño sí era factible.
Hasta ahora, el modelo de los juegos gratuitos se ha desarrollado muy lejos de los centros familiares de entretenimiento y todavía más lejos del mundo de las consolas.
Ese segmento más bien ha sido dominado por compañías gigantes como Nintendo, Sony y Microsoft, que tienen una perspectiva de negocios donde los desarrolladores independientes tienen poco o nada que decir. Es por eso que no hay que extrañarse del fenómeno en que se ha convertido Ouya, aún antes de que haya salido al mercado.
La expectativa que se ha generado se debe –en gran parte– en su concepto de que será una consola abierta a “hackeos”. Esto será posible al estar basada en el sistema operativo Android, con una plataforma que le permitirá a los usuarios crear y modificar programas.
El 10 de julio pasado, la iniciativa de Ouya llegó al portal Kickstarter. Ahí comenzó la búsqueda de dinero para financiar el proyecto, con ayuda de usuarios interesados en hacer donaciones.
La meta inicial era conseguir $950.000 (casi ¢500 millones) en 29 días, pero sorpresivamente, este monto se alcanzó en menos de 12 horas. Al jueves pasado (día de cierre de esta edición), ya superaba los $5 millones (¢2,5 billones), gracias a más de 40.000 donadores.
¿Pero qué es exactamente Ouya y por qué ha generado tal conmoción?
Ouya es una consola de videojuegos, y como tal, está diseñada para conectarse al televisor. El pequeño y cúbico dispo- sitivo lleva en sus entrañas 8 GB de almacenamiento interno, un slot para tarjeta SD, puerto USB 2.0, WiFi, Bluetooth y un control inalámbrico para manejar todo el equipo.Además, incluye un chip NVidia Tegra 3. Esto le permite ofrecer una alta capacidad gráfica, aunque fue pensado para dispositivos móviles.
El precio al consumidor será apenas de $99 (¢50.000) y la plataforma promete incluir una gran “librería” de juegos gratuitos así como las herramientas para poder desarrollar aplicaciones propias.
El concepto no deja de lado los juegos “triple A”, en los que es necesario pagar el precio de admisión. Aun así se espera que el costo sea accesible, pues no existe un modelo de licenciamiento, ni de intermediarios.
Tal promesa es –al final– la mayor belleza del Ouya, y no tanto sus especificaciones ni su bajo precio de entrada.
No todo es oro...
Como en toda utopía, esta consola también tiene sus puntos oscuros.
Un modelo tan abierto como el de Ouya podría desinteresar a los desarrolladores. Para ellos, hacer un juego no es un proceso sencillo e involucra a muchas personas de diferentes ramas; la inversión generada debe ser recuperada, y si esto no se refleja rápidamente, es posible que la consola sea
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