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Otra voz enel desierto

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Crítico de televisión Animar. El ingreso de Gabriel Garro a la dinámica de Intrusos de la Farándula, de canal 11, ha sido temeroso o, por lo menos, terminó siendo un proceso lento para lo que él representa en el grupo de conversación: un hombre joven y desinhibido, físicamente llamativo para atraer el interés de las mujeres, con personalidad comunicativa y con suficiente seguridad en sí mismo para expresarse de forma contundente.Noten esto: si no hay fuerza en la idea expresada, si no es provocadora o imaginativa, tiende a bajar el interés del televidente. No es lo mismo decir que algo es aburrido, a decir que es parecido a pasarse cinco domingos sin plata y con deudas, como leí un día de estos por ahí.Entonces, en sentido lato, la función de los animadores es decir lo que todo el mundo opina; el chiste es hacerlo con tanto ingenio como para mover la mente del televidente hacia la risa o (igual) hacia a la sorpresa.En un show de conversación como ese, el valor de quién dice qué es tan importante como la oportunidad del tema para crear interés.Aunque bueno, a decir verdad, la tertulia es solo un segmento de la revista, cuyo éxito más notable han sido los concursos. Aún así, el modelo todavía está lejos de hacer valer su propio imán.Entre otras cosas, Gabriel parece no tener opinión firme sobre nada en particular y sus comentarios tienden más a la duda que a la certeza. Tal vez le falta leer un poco, enterarse y reflexionar sobre el sexo, las relaciones, los desacuerdos y las zozobras de la gente, que son los contenidos usuales en el programa.En fin, él debe hacer un esfuerzo por brillar. Ahora bien, él tiene condiciones para estar allí. Es un muchacho educado. Se le nota que sabe hablar de manera correcta y sabe callar para escuchar otras opiniones, algo que sus compañeros a veces no hacen bien.También es muy respetuoso. Sabe que, en una charla, se intercambian ideas y opiniones diversas y es necesario respetarlas todas. Además es agradable escucharlo.Él habla a un ritmo adecuado, con un tono suave y se esfuerza por pronunciar bien. Sus compañeros a veces pierden de vista al televidente y optan por hablar muy alto o muy rápido, lo cual no aporta nada a la dinámica y más bien lleva a la confusión.Otro punto en su contra son los monólogos de Gilberto Valencia. El periodista enreda conversación y conferencia. Le encanta extenderse en los comentarios y aprovecha para evangelizar sobre el periodismo de espectáculos, apartándose del tema y justificándose cada día.Esta semana, a Gabriel lo incluyeron en un reto de pulsos para levantar su expectativa y él respondió con simpatía al juego; sin embargo, me da la impresión de que todavía no comprende que de lo que se trata es de levantarle la imagen.Ojalá le cuenten.








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