Sencillo. Ese es uno de los adjetivos que mejor califica al astronauta costarricense Franklin Chang Díaz, claro está, aparte de brillante, luchador y visionario.
El tiempo es lo más valioso para él, y ayer, por las vicisitudes de la vida,
Él vestía
Aunque su nombre estará desde hoy junto al de sus héroes de infancia, en el Salón de la Fama de los Astronautas, eso no lo hace pensar que ya logró todo en la vida.
Por el contrario, él mira por la ventana y dice: “Yo no veo la vida de esa forma. Más bien la veo como una serie de aventuras que se presentan, y se deben tomar con toda la pasión y el corazón”, dijo mientras el GPS, o “marraqueta”, como le llama su madre, Eugenia, indicaba que el
“Yo siempre les dije que en Costa Rica debían llevar estos GPS, para no andar con direcciones del árbol tal al perro echado, a la derecha”, mencionó.
Decidido. Tanto que una prueba de zapatos valió para comprarlos. “Estos van con el traje, son negros, y así me quedan para otra ocasión”, le hablaba a su esposa Peggy Doncaster.
Con zapatos ya en mano emprendió el regreso al hotel. Entonces, el lanzamiento de un cohete
A través del parabrisas del carro, Chang enfocaba y le tomaba fotos al cielo. Viéndolo así de ilusionado, nadie se imaginaría que ese es el mismo astronauta que ha volado a 28.000 kilómetros por hora (25 veces la velocidad del sonido) en siete ocasiones distintas.
Él lo admite. Sigue tan apasionado como el primer día que puso un pie en Estados Unidos, el 23 de agosto de 1968. Mientras se borraba del cielo el trazo dejado por el cohete, contestó estas preguntas:
No tengo idea a qué es lo que voy, realmente que no.
Me siento muy contento, en realidad. Me he encontrado con varios de los compañeros astronautas y ya firmamos un montón de autógrafos. Lo más bonito es que estamos recordando los viejos tiempos.
Tengo una sensación muy especial; el hecho de que estaré con aquellos que siempre fueron mis héroes. Eso es lo más valioso, la verdad. Siento emoción, yo creo que el ambiente es más de recordar aquellos tiempos.
Realmente yo veo más hacia el futuro. Ver qué va a pasar en el programa espacial de la NASA, en miras de que va dando paso más a lo privado y eso nos beneficia mucho a nosotros. (Refiriéndose a su empresa aeroespacial Ad Astra Rocket, con sede en Liberia)”
No, aún no. Debe haberlo intentado, pero aquí es difícil. Pero ella tiene muchas cosas que hacer, antes que llamarme.
El tiempo corre y nunca para, y lo importante es utilizarlo bien. El tiempo no debe perderse. Yo les digo a los jóvenes que deben moverse, porque muchas veces pueden pasar mucho tiempo pensando qué pueden hacer y, mientras lo están pensando, el tiempo pasa. Y a veces lo importante es moverse, y se puede ir acomodando en el camino”.
Chang se quitaba el cinturón de seguridad. La travesía terminó.
Con la bolsa de las compras en mano y al lado su esposa, se fue para el hotel. Hombre del cosmos con pies en la Tierra y zapatos para calzarlos. Misión cumplida. Una limusina lo esperaba ya para llevarlo a la recepción de gala.