Después del decepcionante empate a 2 con la “selecta” salvadoreña, la cuestión del apagón es un tema relegado y prácticamente olvidado por todo Costa Rica.
Nos sentimos más avergonzados de que una selección de supuesta inferior capacidad y calidad nos haya remontado el marcador de un dos a cero, que de las causas del apagón que enfrió la buena racha de goles que estábamos disfrutando. Remontar un marcador en el que íbamos ganando dos a cero, sobre todo, solo había sido el privilegio del campeón mundial, España.
Hay muchas versiones sobre el apagón inesperado al minuto 31 del juego, tantas como personas se expresan mediante Facebook. Unos dicen que fueron los mareros salvatruchas que vinieron al partido, otros que fue la calidad china del estadio, otros que junto a la designación de un árbitro muy cuestionado, el plan ya estaba premeditado, etc. Pero lo único cierto es que el Estadio Nacional, a más de un año de su inauguración, todavía opera con una planta de generación eléctrica de emergencia, no con el suministro eléctrico de la red nacional que brinda la CNFL en la zona metropolitana. Y la razón es muy sencilla, es más barato para la administración del estadio el quemar diésel en su propia planta, que pagarle la tarifa comercial vigente a la CNFL de cien colones por kilovatio hora de energía eléctrica consumida al mes, más otros cargos adicionales por máxima demanda y capacidad instalada. Tarde o temprano tenía que ocurrir que la sobrecarga a la que muy probablemente estaban sometiendo la planta, terminaría disparando las protecciones que evitan que se queme o se dañe irremediablemente al operar en esas condiciones.
Transferir toda la carga de la iluminación del estadio a la red comercial no fue una tarea sencilla para los técnicos del estadio. Hubo que esperar casi treinta minutos para que el partido continuase. Y de ello la prensa no habla en absoluto. ¡Nos quedamos callados! ¡Es como si nada hubiera ocurrido esa noche! El empate fue más desastroso para el ánimo y fe costarricenses en su selección.
El problema eléctrico pasó a segundo plano, fue olvidado, pero no por los millones de aficionados que seguían el juego por TV en El Salvador o en los Estados Unidos. Para ellos que acababan de anotar su primer gol, los comentarios fueron de sospecha, de cólera, de olor a trampa. Para los que creíamos que el marcador a favor de la Sele podría ser superior de continuar la tónica del partido, también nos indignó ese apagón. Al volver la luz, todo cambió, el ritmo de juego fue diferente, y El Salvador supo aprovechar las oportunidades de gol, ¡mientras que nosotros nos conformamos como siempre en echarle toda la culpa a Sabo!
Y es que el tema de las tarifas eléctricas se las trae desde hace ratos, pero como buenos nacionalistas, no queremos enfrentarlo, porque no queremos enfrentar al ICE ni al modelo de electricidad caduco que tenemos. Hay incluso comentaristas de opinión que nos quieren hacer creer que las tarifas eléctricas actuales no son malas, ni tan altas, que todavía estamos un toquecito más baratos que en Centroamérica, que comparados con los Estados Unidos y Europa, más bien salimos ganando pues ellos queman carbón y uranio, con lo que contaminan su ambiente, mientras que nosotros seguimos respirando aire puro y verde.
Lo cierto es que no conozco en Costa Rica persona alguna que me haya dicho que siente que su salario le crece o se le estira con cada uno de los galardones de país verde, carbono neutral o de bandera azul ecológica que obtenemos. Todo lo contrario, desde la señora que me ayuda con la limpieza de mi oficina, hasta el guarda del vecindario, todos me comentan que tienen que vender sus servicios de limpieza y vigilancia cada vez más altos para pagar la luz cada vez más cara que consumen en su casa para poder cocinar, tener algunas cosas frías en la refri y ver tele. Y es que preferimos que sea el ICE el que nos atraque con altas tarifas, que vernos ultrajados y subyugados por la posibilidad de una empresa extranjera haciéndolo. Algo que se manifiesta en las redes sociales en el tema de las comunicaciones: “prefiero quedarme con el ICE, pero no le doy mi plata a Slim o a los españoles”. Lo que el tico no comprende es que tanto el ICE como cualquier otra empresa privada o transnacional, tienen que pagar la amortización e intereses a los mismos bancos mundiales que prestan para los proyectos eléctricos, y a las mismas empresas especialistas en la fabricación de maquinaria que será utilizada para la generación eléctrica. La plata que se queda en el país es la comercialización del servicio, algo que todas las empresas, tanto el ICE como las privadas o extranjeras hacen con mano de obra nacional. Y lo que el ICE gasta en exceso en cada proyecto, es precisamente lo que la empresa privada se ahorra y le sirve como ganancia para poder brindar el servicio al mismo costo, tal y como lo estamos disfrutando en apertura con el servicio de telefonía celular. Mejores terminales, más minutos y más calidad a la misma tarifa del ICE. ¿Hasta cuándo seguiremos siendo masoquistas con nosotros mismos?