Tres hermanos de apellido Benavides utilizaron las rutas de entrega de comida rápida de su restaurante para despachar encargos de droga en Esparza, Puntarenas. La Policía de Control de Drogas (PCD) los capturó el 4 de febrero.
Un mes antes, la Policía desmembró en San Vito, Coto Brus, a una familia de apellido Castro.
Los agentes antidrogas se llevaron a la madre y a sus tres hijos, entre estos unos gemelos de 14 años quienes participaban, de forma activa, en la venta y distribución de psicotrópicos.
La semana pasada, la PCD arrasó en Cartago con el clan de los Coto, dueños de una panadería en la urbanización Manuel de Jesús Jiménez.
El padre, la madre y tres de sus hijas –faltó por arrestar un hijo, quien permanece en fuga– descuentan por ese hecho seis meses de prisión preventiva.
Las estadísticas de la PCD desnudan una realidad: desde el 2006, una de cada tres organizaciones de tráfico local golpeada por la Policía era controlada por familias. Desde el 2006 y hasta la fecha, los agentes antidrogas penetraron en el corazón de 302 organizaciones de tráfico local.
De estas, 109 eran administradas por grupos familiares.
Eso significó la cárcel para 648 personas con lazos sanguíneos; generaciones completas (abuelos, hijos, tíos, nietos y primos) fueron arrastrados a prisión.
Buena parte proviene de familias narco. “El narcotráfico es una maldición; destroza familias”, dijo el director de la PCD (quien pidió no ser identificado por razones de seguridad). “Algunas familias hicieron de esto su forma de vida”.
Este año ese cuerpo policial ha golpeado 22 organizaciones familiares. La cifra es alta si se toma en cuenta que durante todo el año anterior hicieron lo propio con 19.
La cifra no incluye las familias desmembradas por el OIJ.
El jueves, por ejemplo, la delegación de Pococí detuvo a una madre de apellido Vega (41 años) y su hijo (apellidado Blackwood, de 23 años) por vender drogas cerca del colegio de Guácimo. Ellos tenían en su poder 76 piedras de crack y 65 puchos de marihuana.
“Este es un problema muy serio: padres que arrastran a sus hijos a la venta de drogas y todos terminan por ver esa actividad como algo normal. En el último caso (el de la panadería de Cartago), si esas personas tenían ese negocio lucrativo y honrado, ¿por qué se metieron en venta de drogas? Lo hicieron porque no les deja la cantidad que genera la venta de psicotrópicos.
“No me vengan a decir que lo hicieron por ser pobres”, opinó el subdirector del OIJ, Francisco Segura.
Los narcos utilizan cada vez, con mayor frecuencia, negocios fachada: sodas, pulperías, bares, panaderías, verdulerías...
Antes de su detención en Cartago, la semana pasada, los Coto habían sido arrestado por venta de drogas (a mediados del 2009). En aquella ocasión, el Juzgado Penal de Cartago los dejó en libertad.
Semanas atrás, la PCD aprehendió en Lomas de Ocloro (San José) a una madre y su hijo por venta de drogas. Esas mismas personas cayeron, un par de años antes, en otro operativo antidrogas junto al padre y la amante de este.
“Aquí vemos un problema de ambición desmedida ¿Por qué vuelven al negocio? Porque creen que la segunda vez no van a caer porque ya tienen experiencia. ¿Será que no se dan cuenta que prácticamente todos los días hay una persona muerta por el narco?”, cuestionó el director de la PCD.