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Nuestra utopía babuina

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Carlos XII de Suecia supo que había crecido cuando descubrió que los límites de su país ya le quedaban muy pegados, como las camisas de niño que le regalaba su tía la archiduquesa. Ha de saberse que los infantes de verdad siempre tenían un castillo, un poni y una tía archiduquesa que los engordaba con helados y que les regalaba camisas tan feas que ningún rey se las habría puesto ni para subir al cadalso pues siempre hay un pintor realista trazando apuntes, y después uno queda horrible en el Museo de Louvre.








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