La geografía y la economía guardan relaciones muy estrechas, y una manera definitiva de probarlo es esta: si la Tierra fuese plana, no habría globalización. Por lo mismo, mucho antes, Juan Sebastián Elcano y sus cofrades se hubieran caído de cabeza al dar la vuelta al mundo plano cuando se les hubiese terminado el mar de los Sargazos (o el que hubiera llegado antes), y habrían sido los primeros astronautas –y en un barco de madera, lo que no es poco mérito–.
Antaño hubo muchas discusiones sobre la forma de la Tierra pues nadie había querido circuncaminar el mundo, y, si alguien lo había intentado, no había vuelto. Quizá, sí, algún muchacho se despidió de su casa diciendo: “¡Salgo a demostrar que el mundo es redondo!”, pero no ha vuelto, por lo que su familia aún está muy preocupada.
Ciertos artistas dibujan a Atlas mientras carga un mundo esférico, mas nadie preguntó a Atlas cómo era la Tierra que sostenía ni cuánto le pesaba ni hasta cuándo estaría cargándola, que bien serían varias eternidades. Deberíamos aprender de Atlas y no quejarnos de que los gobiernos duran cuatro años.
Ha sido una falla histórica el hecho de que la Tierra no sea plana; de serlo, todo sería más fácil. Con solo subirse al techo de la casa, uno podría saludar a un esquimal o divisar por dónde se escapa algún político luego de haber cobrado una “consultoría” y tras haber decidido sumarse a la fuga de talentos. Claro está, las “consultorías” ya no serían negocios redondos, sino planos, mas el resultado sería el mismo para los contribuyentes.
La Antiguedad estaba muy lejos de los avances actuales, y estaba en su derecho ya que para eso era la Antiguedad. In illo tempore , la gente suponía que el mundo era plano. Esto nunca fue verdad, pero siempre era más entretenido un mundo plano pues uno podía escoger la forma que más le gustase. Así, la Tierra podía ser rectangular e incluir pisos (el más angosto vivía arriba), como una pirámide maya, pero sin mayas pues así se creía el mundo en la antigua China (Marcel Granet: El pensamiento chino, III, 1).
Para el griego Anaximandro, el mundo era un disco convexo (Europa era el centro, aunque esto fue antes de la crisis). Según Anaxímenes, el disco era cóncavo (el mar Mediterráneo); mas, entre los griegos, ¿quiénes imaginaron que la Tierra era esférica? Los pitagóricos.
Ellos creían que el Sol y los planetas debían ser esferas pues la esfera es el cuerpo perfecto. Es irónico: quienes más desconfiaron de la ciencia experimental descubrieron un hecho clave en la naturaleza. A veces, ciertas intuiciones nos llevan por el buen camino. No solo somos seres racionales ni tan perfectos como la Tierra, que –hay que reconocerlo– se parece a una pera.