En respuesta al artículo de opinión "La falacia familiar" (LaNación, 8 de junio 2012) me permito aclararles a los lectores que el autor ha basado su nota en una serie de elucubraciones propias de su creativa imaginación, pues pone en mi boca afirmaciones que jamás he hecho. Cualquier lector puede corroborar la falsedad de la nota con sólo leer mi opinión que titulé “En defensa de la familia" (LaNación, 26/mayo/2012).
Reitero que mi oposición a los proyectos de ley sobre uniones homosexuales en la Asamblea Legislativa se fundamenta en la defensa del matrimonio y la familia. Tanto la Constitución Política de Costa Rica –que juré respetar–, como diversos instrumentos internacionales ratificados por nuestro país, indican que el matrimonio es la base esencial de la familia, que esta es el fundamento de la sociedad y que tiene derecho a la protección especial del estado.
Resalto la obligación del Estado costarricense de dar una protección especial a la familia fundada en la unión de un hombre y una mujer.
El principio aristotélico de no contradicción indica que una cosa no puede ser y no ser a la misma vez. En este sentido, no puede ser que una norma constitucional afirme que el matrimonio (de hecho o de derecho) está reservado para la unión de un hombre y una mujer y que esta unión tiene derecho a la protección especial del estado, pero al mismo tiempo, otra norma de menor rango, otorgue exactamente los mismos derechos del matrimonio a las uniones homosexuales.
Entonces, ¿en que consistiría la protección especial? O se cumple con la obligación constitucional de dar protección especial a la familia fundada en la unión de un hombre y una mujer, o el Estado incumple con esa obligación y da igual protección a otro tipo de uniones. Es muy sencillo: una cosa no puede ser y no ser a la misma vez.
Algunos se preguntarán: ¿será el matrimonio relevante o no para la sociedad? Sobre el tema, en una reunión celebrada en diciembre del 2004, en Princeton, Nueva Jersey, patrocinada por el Social Trends Institute y por el Witherspoon Institute, se reunieron especialistas en historia, economía, psiquiatría, derecho, sociología y filosofía que compartieron el resultado de sus investigaciones que demuestran que el matrimonio es un asunto de interés público.
Entre sus muchas conclusiones, los especialistas hicieron un llamado a los líderes políticos y a los ciudadanos, para que apoyaran leyes y políticas públicas que consoliden el matrimonio como institución social y que protegieran el concepto de matrimonio como la unión perdurable entre un hombre con una mujer, puesto que el bien común de la sociedad exige la protección de dicha unión.
Sobra decir que coincido con los especialistas de Princeton.
En resumen: no puedo apoyar un proyecto de ley que envía un mensaje falso, pues al extenderse los beneficios del matrimonio a las uniones homosexuales, se envía el mensaje de que es irrelevante quiénes contraen matrimonio, lo cual ciertamente riñe con los principios morales de la mayoría de los costarricenses que están plasmados en la Carta Magna de nuestro país.