Están en la cabeza y el cuerpo de muchos y son considerados un molesto mal porque pican, generan alergias y otras infecciones, y, además, se contagian fácilmente.
Se trata de los piojos, insectos sin alas que pueden vivir como parásitos de ciertas aves y mamíferos, entre ellos, los humanos.
Los piojos se reproducen al poner huevecillos, conocidos como liendres, y se adhieren al pelo o plumas de su huésped, causándole un mal rato.
Con el fin de aprender más sobre estas especies e inventariar cuántas viven en las cabezas de los latinoamericanos, la Universidad de Costa Rica anunció esta semana el inicio de un estudio sobre ellos.
El análisis se hará desde el Centro de Investigación en Estructuras Microscópicas (CIEMic), en la Ciudad de la Investigación, y estará a cargo de los expertos Axel Retana Salazar y Gerardo Alcides Sánchez Monge.
Según se explicó en un comunicado oficial de prensa, el análisis tiene “el objetivo de aclarar dudas físicas y moleculares que existen en relación con las especies de piojos que atacan a los seres humanos”. Además, la pesquisa pretende “generar el rastro de secuencia o evolución de su hospedero a través de los años y conocer las relaciones de beneficio mutuo que mantienen con algunos microorganismos”; es decir, reconstruir parte de la evolución humana a partir de piojos en sus cabezas. “Dado que el piojo se dispersó con el humano como parásito, se pueden elaborar esquemas de cómo fue ese proceso de dispersión hace miles de años”, dijo Sánchez.
El estudio que emprenderán contará con el apoyo de la Universidad de Reading, la Universidad de Bangor, el Museo Pitt Rivers y el Museo de Historia Natural de Londres, todos de Inglaterra, así como de la Universidad Antonio Narro, de México.