Todos los días somos testigos del caos que para el área metropolitana representa el transporte público de los costarricenses. Aunado a lo anterior, servicios de bus y taxi son amplios y nutridos, pero ineficientes.
La contaminación de nuestra ciudad aumenta y la calidad de vida de nuestros habitantes baja sensiblemente. Cuando alguien dispone de algunos recursos, busca cómo comprar automóvil con la falsa expectativa de resolver sus problemas de transporte diario. Pronto se da cuenta que no ha resuelto su problema, sus gastos han aumentado (combustibles, impuestos, mantenimiento, etc.), tiene que resolver el tema de estacionamiento en su casa y en su lugar de trabajo y limitar su uso gracias a la “restricción vehicular”.
Estamos tan impactados con esta situación que no pensamos bien. Creemos que el problema de transporte se resuelve con más infraestructura pero, cuando decidimos qué hacer, solo pensamos en más carreteras y más puentes que faciliten el tránsito de vehículos y camiones.
El proyecto de Circunvalación Norte, que este Gobierno ha definido como prioritario y donde se invertirán varios cientos de millones de dólares, es un buen ejemplo de esto. Debemos replantear nuestro esquema de pensamiento para lograr avances significativos en transporte público. La solución individual (vehículos) no es opción, no es eficiente que cada uno se resuelva individualmente su problema de transporte. Los buses, interactuando con los vehículos, tampoco.
La solución. Desde hace varios años, el Incofer (Instituto Costarricense de Ferrocarriles), de la mano de funcionarios muy valiosos y trabajadores, ha venido haciendo una labor titánica para rescatar el uso del ferrocarril en Costa Rica. El ferrocarril que originalmente concebimos para mover las mercancías de nuestros puertos fue desahuciado pero, dichosamente, el país conservó una infraestructura que permitió una subsistencia mínima.
Ha sido una labor “hormiga”: reparar las vías, habilitar paradas, rescatar el derecho de vía y poner a funcionar trenes casi obsoletos. La labor más importante y que no puede pasar desapercibida ha sido el recuperar los derechos de vía.
Todos estos esfuerzos de Incofer han sido muy exitosos desde el punto de vista de afluencia de usuarios, reducción de tiempos de viaje e ir ampliando, a su ritmo, el servicio. El servicio ha sido criticado por sus horarios limitados (solo en horas pico) y su mala infraestructura. Estas críticas hay que verlas en su verdadero contexto: un servicio público muy necesario, pero que se ha desarrollado con muy poca inversión estatal y recursos limitadísimos.
Un tren que dé servicio a la Gran Área Metropolitana es una solución viable y eficiente. La diferencia es que tenemos que pensar y hacerlo mejor: con recursos, planificación y apoyo político. Esta es una solución masiva, eficiente, con plazos de desplazamiento menores y con menos contaminación.
Contamos con la posibilidad de montar un sistema de trenes que cubra toda la Gran Área Metropolitana. Ya contamos con todo el derecho de vía para esto. Este sistema sería desde Paraíso de Cartago, al este, hasta Ciruelas de Alajuela, al oeste, con un anillo en el área de San José. Este sistema sería de 75 km cubriendo gran cantidad de centros de población. El tramo norte de este sistema arrancaría en Paraíso y pasaría por Cartago centro, Tres Ríos, Curridabat, la Universidad de Costa Rica, la Estación del Atlántico, Colima de Tibás, Santa Rosa de Santo Domingo de Heredia, Heredia centro, San Joaquín de Flores, pasando muy cerca del aeropuerto Juan Santamaría (muy fácil hacer una conexión al aeropuerto), el Invu Las Cañas (Alajuela), Alajuela centro y terminaría en Ciruelas.
El tramo sur arrancaría en Ciruelas, hacia Ojo de Agua pasando por San Antonio de Belén, Cariari, Carpio, Pavas, parque de La Sabana, la Estación del Pacífico, Plaza Víquez, el B.° La California y la interconexión con el ramal norte, al este de la Estación del Atlántico.
Todo este recorrido debería ser complementado con autobuses desde estaciones interconectadas que ofrezcan el servicio hacia los destinos donde el tren no pasa. Esta solución no es nueva. No estamos descubriendo “el agua tibia”. Hay muchísimas ciudades importantes con sistemas similares como por ejemplo Estambul, la capital de Turquía (16 millones de habitantes).
Existe un estudio preliminar, realizado en marzo del 2011, por empresas españolas interesadas en el proyecto que presupuestan $250 millones para realizar toda la infraestructura de este proyecto (vías, estaciones, maquinaria, electrificación del sistema, etc.). Esta es una cifra muy razonable si se toman en cuenta los beneficios de este proyecto y si se compara con el costo de otras obras de infraestructura que últimamente se han declarado como prioritarias. En Panamá se está construyendo un metro, de menor cobertura (solo 14 kilómetros), y que cuesta seis veces esa cifra.
Si el Estado invierte en carreteras para que transiten los vehículos, que en este caso invierta en esta infraestructura para mejorar el transporte público. Que las tarifas que se recauden sirvan para pagar la operación, el mantenimiento y las mejoras del tren, no la inversión inicial, y así tener un servicio más accesible a los costarricenses.
Un proyecto como este, generaría una revolución en el transporte público y tocaría muchos intereses. Es por lo anterior que, adicional a recursos y planificación, se necesita voluntad política para llevarlo a cabo.
Román Salazar. Vicepresidente, Cámara Costarricense de la Construcción (CCC)