La tinta se desliza sobre el papel y sugiere paisajes inabarcables para la mirada. Sombras azules transmiten la densidad de un jardín poblado de avecillas y flores. Una mujer disfruta de un momento de calma con sus bolsas de compras al lado. Insinuaciones de flores, montañas y paisajes abstractos respiran con la vitalidad de la tierra coreana.
La sala I de la Galería Nacional, en el del Museo de los Niños, alberga una selección del arte más novedoso de la República de Corea durante el Festival Internacional de las Artes. La exposición Trazos de Corea presenta obras de creadores que forman parte de la vanguardia en las artes visuales de su país.
Se trata de cuadros de cuarenta impulsores del arte contemporáneo en un país de rica tradición pictórica. Las edades de los participantes están entre los 40 y los 69 años. Son pintores, profesores y estudiantes universitarios del Centro de Investigación de Arte Formativo de Hanji de la Universidad Nacional de Chonbuk.
La muestra ofrece trabajos firmados entre el 2006 y el 2012, realizados con óleo, acrílico, impresión digital, serigrafía y múltiples variaciones con el papel usado por el arte clásico coreano, el hanji . En estos materiales se condensan las reflexiones filosóficas y las visiones personales de la Corea moderna disponibles en la galería.
La larga tradición. Corea ha adquirido prominencia en el ámbito cultural en años recientes y es el invitado de honor del FIA. “Se eligió el nombre de Trazos de Corea porque estos cuadros nos ayudan a distinguir qué sucede allá”, explica Hugo Pineda, coordinador del equipo de artes visuales y diseño para el FIA.
Quince creadores se especializan en pintura tradicional, otros tantos en estilos del Occidente y diez en el trabajo con papel tradicional. Algunos, como Ji Seok Chol y Jong Shik Shin, venden sus obras en los Estados Unidos y Europa a precios que alcanzan los $30.000.
Corea absorbió la milenaria tradición y el arte budista de China; de Japón llegaron las ideas artísticas del Occidente en plena era industrial. Lo autóctono brindó a esta mezcla un matiz único de fineza, elegancia y esmero en los detalles de su pintura, cerámica y caligrafía.
La influencia del arte occidental llegó tarde al llamado “reino ermitaño”, que evitó por largo tiempo más contacto que el necesario con China y Japón. Con la energía de lo local y la inspiración de lo internacional, Corea se sitúa ahora entre los países que producen arte innovador.
El arte abstracto reluce en las piezas de Kim Sun Doo y Sun Ho Choo. Por su parte, Jae Sung Lee apela a la tradición con su tinta china sobre hanji . Este papel se hace a mano con la corteza interior de papel de morera, o dak , que crece en las montañas. En Circulation - the Land of Vitality (Circulación: la tierra de la vitalidad), Lee dibuja sombras, como fantasmas, que vuelan ante un cielo de sombras grises.
El paisajismo es un tema predilecto de los clásicos coreanos y encuentra su lugar de privilegio en Trazos de Corea . Un país en gran parte montañoso ofrece las más diversas perspectivas a sus observadores.
“Los artistas participantes comparten el tema de naturaleza y la relación entre ella y la humanidad”, explican los curadores de la exposición, Bong Hee You y Cheol Ryang Lee
Song Cho Lee recuerda las típicas impresiones de montañas difuminadas que se hacían con tinta en su cuadro Toward the Mountain (Hacia la montaña). Con tinta brillante y una textura de roca y tierra, sopla vida al paisaje tanto como Myung Hee Oh. En su Work Blue-1 (Trabajo Azul-1), Myung utiliza el pael doblado para representar una geografía muy personal, escarchada de plata sobre azul y verde.
La versatilidad en el uso de lo clásico es evidente. No se trata de elementos olvidados del pasado aristocrático de su arte, ni de la pesada restricción de sus normas académicas. Sun Hyoung Kim y Choul Gyu Lee revisitan la pintura cortesana de aves y peces, pero con fuerte colorismo en un caso y delicado laminado en oro en el otro.
Tendencias occidentales –como el minimalismo o el arte conceptual– encuentran ancho su camino en una cultura donde lo sugerido y lo discreto son parte de las escuelas pictóricas antiguas.
Vida y movimiento. Junto con el paisaje y la abstracción, vienen las representaciones de lo vital en esta heterogénea exhibición. Se remite a temas recurrentes tanto entre los pintores de la corte anteriores al siglo XX, como a aves, flores y jardines; por igual, se alude al arte popular de la alfarería, verdadera referencia de la creatividad nacional.
Journey - from the Korean Ceramic (Viaje: desde la cerámica coreana) es un collage con gasa y acrílico en el que Yun Dang Lee plasma una vasija de la preciada cerámica blanca, de curvas suaves. Bajo ella, textos coreanos e ingleses se sobreponen unos a otros recordando el carácter internacional de un país cuya rápida industrialización en los años 60 lo catapultó al escenario global.
El individualismo y el aislamiento que pueden acompañar a la gran industrialización se presentan en cuadros como el Internal Rhythm 2011-50 (Ritmo interno), de Tae Ho Kim, una gran cuadrícula de acrílico intervenido por manchas diminutas de colores: un laberinto de lo interior.
Man Soo Lee explora el ritmo y el sonido en Tune 1133 (Melodía 1133), donde con pigmento mineral dibuja figuras sencillas que evocan tonadas dispersas. Lee explora un jardín donde la gente, los animales y la vegetación conviven a lo largo de las estaciones, aquí reunidos dentro de una gran gota de agua.
“Las obras son optimistas y dinámicas, con una mente abierta a los cambios típicos de la naturaleza. Ese dinamismo proviene de la naturaleza coreana, de las cuatro estaciones”, menciona Bong Hee You.
Puentes y reflejos. Trazos de Corea es un acercamiento a las vivencias, preocupaciones y reflexiones de sus artistas que acerca al espectador a una corriente que ha permanecido del otro lado del mundo hasta hoy.
Para Hugo Pineda, la exhibición puede funcionar como punto de contacto entre artistas locales y coreanos. “Desde la técnica ya se establece un puente. Por ejemplo, en la exposición viene un conjunto de textiles. La exhibición se ubicó junto a una de obras con tejidos nacionales ( Memoria y olvido ) y los artistas se interesan en conocer mejor el arte coreano en este ámbito”, comenta Pineda sobre una exposición de piezas de creadores como Paulina Ortiz y Herberth Bolaños en la misma galería.
Pineda explica que traer colecciones como esta ayuda a “reconocer diferencias o potencialidades artísticas en otras latitudes, así como afinidades en temas y técnicas que interesan en ambos lugares”.
La exposición Trazos de Corea es una de las múltiples ventanas a la cultura coreana que se abrirán durante el FIA. Aquí se forman inmensos bosques, montañas que desaparecen en la bruma y ciudades imaginarias. Estos trazos e impresiones muestran un país en plena ebullición creativa.