Una tortuga lora llegó a desovar a la playa Ostional arrastrando una cuerda de pescar de tres metros de largo mientras que de su boca salía el gancho de un enorme anzuelo de pesca.
En su lento arrastrarse a la parte más alta de la playa donde anidaría, la huella de la cuerda iba quedando marcada sobre la arena como prueba del grave riesgo al cual se enfrentan los quelonios cada vez que salen a la playa.
Magdalena Vega, presidenta de la Asociación de Desarrollo Integral de Ostional (ADIO), expresó que la presencia de barcos de pesca cada vez que hay una arribada es constante, dada la falta de vigilancia para controlar esa actividad.
“El Gobierno debe brindarnos más seguridad ya que de eso depende el equilibrio que debe haber entre el desove controlado, la protección de las nuevas crías y el aprovechamiento de un porcentaje de los huevos”, dijo Vega.
Los arribos de tortugas lora suelen darse con mayor intensidad desde julio hasta diciembre y pueden durar de 4 a 6 días. Cada tortuga llega a poner entre 62 y 137 huevos.
En este caso, luego de recorrer unos 25 metros, la tortuga alcanzó la parte más alta de la playa y se dispuso al desove con el anzuelo aún incrustado en la boca. A los pocos minutos, cuatro hombres la inmovilizaron, le abrieron la boca y la liberaron del anzuelo.
Vega explicó que la acción de los muchachos tiene sus riesgos pues la tortuga abre y cierra la boca con fuerza, y un descuido podría significar la amputación de un dedo.
Geiner Martínez es el guía local que introdujo sus dedos dentro de la boca de la tortuga para desenganchar el filoso artefacto de pesca. “Dichosamente, logramos detectarla, pero ¿cuántas están en las mismas condiciones? Al regresar al mar enganchadas corren el riesgo de morir”, dijo.
Liberada, la tortuga terminó de hacer su nido y depositó casi un centenar de huevos. Luego volvió al mar, mientras, a lo lejos, sobre el horizonte, se podían ver barcos en plena labor de pesca.