Tres cuartos de siglo atrás, al aproximarse la Navidad de 1935, empezó a circular un folleto del escritor cartaginés Mario Sancho titulado Costa Rica, Suiza centroamericana . Lejos de ser un opúsculo dedicado a exaltar lo costarricense, denunciaba la miseria y la explotación que padecían los sectores populares, señalaba la corrupción que prevalecía en la administración pública, y enfatizaba que “todo lo demás es cuento. Cuento la libertad, cuento la democracia”.
Para comprender el origen de este folleto, conviene destacar que está constituido por dos partes. La primera, y menos radical, había sido publicada tres años antes, en diciembre de 1932, en Repertorio Americano , la célebre revista cultural dirigida por Joaquín García Monge. La segunda, dominada por la crítica implacable ya indicada, fue elaborada en 1935. ¿A qué obedeció esta radicalización en el enfoque de Sancho?
Detrás del telón radiante. En su artículo de 1932, Sancho se concentró en denunciar la falta de cultura y de sensibilidad social de las “clases altas” costarricenses, y presentó dicho texto como el “capítulo de un libro en preparación”. Sin embargo, no hay indicios de que Sancho haya continuado con la elaboración de esa supuesta obra. De hecho, el análisis de la producción intelectual de Sancho, entre 1933 y 1934, muestra que no perseveró en el proyecto de criticar a la sociedad costarricense; más bien, se ocupó de temas de carácter literario.
En este contexto, en marzo de 1935, un periodista guatemalteco exiliado en San José, Clemente Marroquín Rojas, publicó, en La Prensa Libre , un ensayo en cuatro partes titulado “Tras del telón radiante, la miseria”. Debido al escándalo que provocó, algunas personas –en particular, inspectores escolares– solicitaron al gobierno, entonces presidido por Ricardo Jiménez, que expulsara al autor de ese texto.
Según Marroquín Rojas, el prestigio internacional de que gozaba Costa Rica por ser un país culto, democrático y civilizado, era inmerecido, y para demostrar esa proposición consideró varios temas polémicos: entre otros, las deficiencias del sistema educativo, la crisis que experimentaba la familia (en particular por el incremento de los divorcios), el control del Estado por una oligarquía, la mendicidad y la delincuencia infantil y juvenil, la pobreza de la mayoría de la población y la prostitución del electorado por los políticos.
Próximo a dejar el país, Marroquín Rojas explicó que se sentía obligado a decirles a los costarricenses varias verdades sobre su sociedad. Con este propósito publicó su explosivo ensayo, el cual dedicó a “cuatro personas a quienes atribuyo una clara visión [']. Son ellos Mario Sancho, Rafael Ángel Calderón Guardia, Otilio Ulate y Ricardo Moreno Cañas”.
Sancho responde. La información por ahora disponible sugiere que Marroquín Rojas se inspiró –entre otros textos– en el artículo de Sancho de 1932, y que amplió, diversificó y radicalizó sus puntos de vista; incluso, se adelantó en la utilización irónica de la comparación con Suiza, al referirse a Costa Rica como la “Suiza americana”.
Se comprende así que el escritor cartaginés, en una carta que circuló en La Prensa Libre del 9 de marzo de 1935, respondiera a la dedicatoria con una pregunta que a la vez afirmaba su precedencia en la crítica a la sociedad costarricense: “¿Qué ha dicho usted que no sea la verdad pura y desnuda y que antes no hayamos dicho nosotros?”.
Al confrontar el artículo de Sancho de 1932 con el ensayo de Marroquín Rojas resulta aún más clara la tensión presente en la pregunta anterior ya que temas como la desigualdad social y la pobreza, la corrupción electoral y el control oligárquico del Estado, no figuran en el texto del intelectual cartaginés.
Por tanto, la segunda parte de Costa Rica, Suiza centroamericana parece haber sido escrita por Sancho como una forma de recobrar el liderazgo en la crítica a la sociedad costarricense. Con este fin, elaboró su ensayo con un esmerado estilo literario, que superaba la prosa –más informativa que poética– de Marroquín Rojas; además, modificó el énfasis de su exposición en un sentido decisivo.
El periodista guatemalteco destacó que los indicadores más visibles del descalabro moral que padecía Costa Rica eran el adulterio, el divorcio, la desintegración familiar y la prostitución. En contraste, Sancho dejó de lado esos temas, vinculados con la sexualidad y el cuerpo, que objetaban directamente el honor de las mujeres costarricenses, y asoció la crisis con la corrupción política y los privilegios de los acaudalados.
De esa manera, el escritor cartaginés desplazó el eje del debate de lo privado a lo público, y de la problemática de la sexualidad a la de clase.
Impactos e ironías. Poco se conoce hasta ahora de cuál fue el impacto que tuvo la publicación del folleto de Sancho en 1935. No obstante, es claro que su crítica virulenta y totalizadora de la Costa Rica de esa época se convirtió en una de las principales fuentes ideológicas de los jóvenes que fundaron en 1940 el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales (origen de la futura intelectualidad del Partido Liberación Nacional).
Así, ese opúsculo alimentó, de manera decisiva, la utopía de redimir y refundar la república, que los vencedores de la guerra civil de 1948 trataron de llevar a la práctica a partir de ese año.
Irónicamente, el final de ese conflicto armado supuso la persecución y la ilegalización del Partido Comunista, cuyas fuertes críticas a la sociedad costarricense, durante el período 1931-1935, parecen haber contribuido a radicalizar el enfoque de Mario Sancho (y probablemente también la perspectiva de Marroquín Rojas, pese a que este era definidamente anticomunista).
De esa manera, los comunistas, impulsores iniciales de objeciones indiscriminadas a la Costa Rica de inicios de la década de 1930, contribuyeron a alimentar la utopía de quienes luego serían sus principales adversarios políticos.
Asimismo, resulta irónico que Mario Sancho radicalizara su crítica a la sociedad costarricense por la misma época en la que el Partido Comunista –en parte como respuesta a los cambios experimentados por el comunismo internacional– empezaba a moderar sus puntos de vista, a seguir una política orientada a lograr reformas socialmente orientadas por medios legales e institucionales, y a defender la democracia.
Sin duda, la mayor ironía de todas es que Sancho no sólo fracasó en reconocer los logros sociales, políticos y culturales de la Costa Rica de su época, sino que tampoco se percató de que, para enfrentar la crisis de 1930, el país había empezado a poner en práctica un conjunto de nuevas políticas sociales muy parecidas a las que el gobierno de Franklin Delano Roosevelt impulsaba en los Estados Unidos.
En 1939, también en Repertorio Americano , la joven escritora Yolanda Oreamuno –por entonces muy cercana al Partido Comunista– publicó un artículo titulado “El ambiente tico y los mitos tropicales”, en el que, desde una perspectiva distinta de la de Sancho, ironizó sobre las debilidades de la democracia costarricense, a la que definió como una “demoperfectocracia”.
En ambos casos, sus objeciones, faltas de un útil enfoque comparativo, dejaron de lado el hecho de que Costa Rica era, por entonces, una de las pocas sociedades verdaderamente democráticas del planeta, hasta el punto de que tal condición podía ser impugnada públicamente por su propia ciudadanía.
EL AUTOR ES HISTORIADOR Y MIEMBRO DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN EN IDENTIDAD Y CULTURA LATINOAMERICANAS DE LA UCR. EL PRESENTE ARTÍCULO SINTETIZA ASPECTOS DE SU LIBRO ‘LA ESTELA DE LA PLUMA’.