07Marzo2011 Parque La Sabana. /Juliana Barquero (Juliana Barquero)
Los niños aún corren alrededor del lago, los
Hoy todo el sector conocido como La Sabana experimenta un
Este desarrollo, aunado a la expectativa que genera la inauguración del Estadio Nacional, ha desatado una dinámica comercial que algunos lamentan y otros aprovechan, como ciertos vecinos que ya convirtieron sus casas o cocheras en cafeterías, tiendas, restaurantes, peluquerías y locales para brindar diversos servicios a los nuevos habitantes y trabajadores del “barrio”. Por supuesto, al lado de estos negocios pequeños también se han instalado otros más grandes y se ha incrementado la oferta gastronómica en la zona.
El problema –en criterio de algunos expertos– es que este crecimiento se ha generado sin la adecuada planificación, lo cual produce un gran impacto sobre el paisaje urbano, los servicios públicos, la infraestructura vial, el ambiente y la calidad de vida de los pobladores. “El monstruo de concreto creció y seguirá creciendo desordenadamente, sin un equilibrio con lo natural, lo que ha destruido el paisaje, ha ofendido la historia y ha carcomido nuestra identidad. La Sabana dejó de ser un pulmón verde hace mucho tiempo, se ha ido secando como los pulmones de los fumadores”, manifiesta Joanna Cruz Rehaag, presidenta de la Asociación de Paisajistas Costarricenses (Asopaico).
Con un menú que ofrece ceviche, gallo pinto, repostería y “almuerzos saludables”, la soda El Ejecutivo abrió sus puertas hace tres meses en Sabana sur, frente al nuevo edificio de 16 pisos del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). La dueña del negocio es Karla Segura, quien vive en la zona desde hace 33 años y posee una empresa de diseño gráfico cerca de ahí, en Calle Morenos.
“Soy diseñadora, pero siempre soñé con poner un negocio de comidas y vi que este era el momento. Desde el día que abrimos, tenemos clientes fieles, principalmente trabajadores del ICE y los oficentros. Nos ha ido tan bien que quisiera ampliar o abrir una sucursal”, dice. Aunque satisfecha con el éxito alcanzado, Segura ve con nostalgia la transformación de La Sabana y lamenta el creciente tránsito vehicular que genera presas sin precedentes en las horas pico.
Justo a la par de El Ejecutivo, en noviembre pasado se inauguró el club de nutrición Benessere. Su propietario, Luis Diego Sáenz, también ha vivido siempre en Sabana sur y puede analizar los pros y contras del desarrollo en este sector.
“Es positivo para el comercio y para los residentes de la zona porque ahora hay más opciones, pero las calles y los servicios ya no dan para tanta gente. Hay que buscar soluciones para evitar que esto colapse”, expresa.
Muchos vecinos temen ver sus calles más saturadas de autos cuando haya eventos masivos en el nuevo Estadio Nacional, con capacidad para 35.000 espectadores y solo 400 espacios de parqueo. Además de este gran coliseo, cerca de La Sabana se ha erigido al menos una decena de edificios de 10 a 19 niveles, cuyos inquilinos disfrutan de la mejor vista panorámica del parque. De hecho, la cercanía de este oasis resulta un poderoso instrumento de mercadeo para vender los proyectos, con nombres como Vistas del Parque, Sabana Real y Torres del Parque.
Lejos de detenerse, el desarrollo inmobiliario continúa con un perfil cada vez más exclusivo y modifica –poco a poco– el paisaje que aún se aprecia desde La Sabana hacia las montañas que rodean el Valle Central.
Por ejemplo, al oeste de la Contraloría General de la República se construye Torres del Lago, con tres edificios de 14 pisos cada uno, para un total de 123 apartamentos de lujo en un área de 13.080 metros cuadrados. Aquí, un
“La Sabana es un pulmón para la ciudad y lo seguirá siendo, pese a que en los últimos años la zona ha experimentado un auge en la construcción de edificios. Este desarrollo, lejos de restarle significado al parque, aumenta su importancia como espacio para la recreación y como sitio que ayuda a mitigar la contaminación ambiental y sónica”, afirma Luis Eduardo Peraza, director del Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación (Icoder).
Según dice, en algún momento se pensó pedir a los dueños de los proyectos inmobiliarios el pago de un canon que contribuyera al mantenimiento de La Sabana, mas la iniciativa no prosperó.
Varios factores estimulan el crecimiento alrededor del parque recreativo más importante del país, de la mano de poderosas firmas inmobiliarias. Así lo explica Danny Quirós, gerente de inteligencia de mercados de Colliers Internacional, empresa que brinda servicios de bienes raíces: “Un atractivo es que el Parque Metropolitano es visto como el pulmón de la ciudad y, en menor escala, se le ha dado el enfoque de un Central Park –el famoso parque de Nueva York– en San José. Los accesos a la zona y el transporte público son otros motivos para que los inversionistas inmobiliarios hayan puesto su atención en este sector, así como la gran cantidad de servicios disponibles y la construcción del nuevo estadio”, asegura.
Añade que muchos de los terrenos donde se han levantado nuevos inmuebles, y en los que se planea construir otros, fueron adquiridos hace bastante tiempo por grandes desarrolladores.
Mientras algunos sonríen al ver crecer la plusvalía de sus propiedades, otros se preocupan por el uso que se está dando al suelo y temen que se convierta en “la gallina de los huevos de oro” por tanta explotación y que, un tiempo después, se agoten los recursos que la hacen tan atractiva.
Desde esta perspectiva, el arquitecto Nicolás Murillo sostiene que es necesario revisar el Plan Director Urbano de San José (PDU), que establece un ordenamiento del uso del suelo en términos de densidad y retiros mínimos, según la ubicación y el tamaño del terreno a desarrollar.
“Si no se corrige oportuna y adecuadamente la reglamentación, la tendencia provocará una explosión demográfica, que puede pasar de una densidad reciente de menos 100 a más de 600 personas por hectárea. Veremos grandes cantidades de gente llegando y saliendo de sus oficinas o residencias”, advierte.
El arquitecto señala que, al aumentar la densidad poblacional, se requiere una mayor oferta de espacios públicos, zonas verdes, vías peatonales y sistemas de transporte colectivo. A su juicio, lograr esto es difícil porque el crecimiento urbano está en manos de los desarrolladores y no del gobierno local.
Granizados con leche o solo con sirope, papas tostadas y refrescos: estos son los productos que Manuel Pardo vende en La Sabana desde hace 40 años. Él, que empezó a trabajar aquí siendo un niño, conoce el parque metropolitano desde antes de que fuese inaugurado como tal y ha sido testigo de sus cambios.
“Ya no es la misma Sabana de antes, en la última década ha bajado mucho la cantidad de gente que viene. Los mejores días siguen siendo los domingos, vendo hasta cien copos”, cuenta.
“Pude ver toda la construcción del nuevo Estadio Nacional y es una belleza, yo espero que sea una atracción para que vengan más clientes”, añade el vendedor, quien ya tiene su entrada para ver el partido Costa Rica-Argentina el próximo 29 de marzo.
Contrario a la percepción de Pardo, el director del Icoder asegura que la cantidad de visitantes ha crecido en ese lapso, tanto por el aumento de la población como por otros motivos.
“Cada vez hay más conciencia en las personas sobre la necesidad de practicar ejercicio o actividad física, por sus beneficios en la calidad de vida. Además, se ha elevado poco a poco la oferta de atracciones en el parque; por ejemplo, la construcción de juegos infantiles, el aumento de mesas para los almuerzos campestres, la marcación del sendero para caminantes y trotadores, el mejoramiento de los servicios sanitarios, el patinódromo y otros”, describe Peraza.
El jerarca estima que alrededor de 6.000 personas visitan La Sabana los sábados y domingos, mientras que unas 2.000 acuden cada día entre semana. Estas cifras varían según la época: durante el verano y las vacaciones llega más gente que en temporada de lluvias.
Tal como lo apunta Nicolás Murillo, La Sabana es la mayor zona de esparcimiento para la población de clase media de San José y cantones vecinos. “Esta función no debe perderse”, comenta el arquitecto.
Joanna Cruz, quien es arquitecta paisajista, recuerda que ella y un grupo de ciudadanos lucharon hace dos años contra la tala de árboles efectuada para ampliar una vía en Sabana sur. En su opinión, la defensa de La Sabana debe incluir a toda la sociedad.
“Es urgente, para mitigar un poco este desastre, que el crecimiento inmobiliario se desarrolle de la mano con expertos en arquitectura del paisaje, biólogos, sociólogos, etcétera”, concluye.