A través de la historia, son muchas las veces que ideas brillantes, fuentes de progreso, avance, y solución de problemas, deben enfrentar el oscurantismo y el fanatismo que, como rocas inmensas, impiden ese avance, tan necesario para la humanidad. Dichosamente, aunque las ideas retrógradas triunfen en algunas ocasiones, son muchas las veces que la luz de la inteligencia brilla al final de la lucha, para el bien de todos los seres humanos.
Esto ha sucedido con el magnífico proyecto, que pronto será una realidad, del ministro de Educación, Leonardo Garnier, para que en todos los colegios del país se den lecciones sobre sexualidad. Inmediatamente, las fuerzas más retrógradas, ya no solo la Iglesia católica, sino también la Alianza Evangélica, han iniciado una campaña, que incluye recursos de amparo ante la Sala IV para que se detenga este valioso progreso.
Esta lucha no es nueva. Hace como 12 años el Gobierno de entonces editó, con un costo muy alto, unas guías sexuales en cuya preparación participaron médicos, especialistas del tema y hasta algunos sacerdotes, pero, ya impresas y listas para ser distribuidas, llegó una llamada de atención del Vaticano y todos los altos jerarcas de la Iglesia católica se opusieron a la distribución e, increíblemente, el Gobierno cedió y mandó a la basura lo que había costado tanto esfuerzo y tanto dinero.
Unos años después, esta Iglesia publicó unas nuevas guías sexuales que eran, más bien, catecismos disfrazados, llenas de citas religiosas y llenas de oscurantismo. La Radio Universidad de Costa Rica me invitó a una mesa redonda sobre estas llamadas guías sexuales y llevé varios ejemplares para citarlas fielmente y no se creyera que estaba inventando aseveraciones tan absurdas como el, según estas guías, gravísimo problema de que, si un niño de meses se tocaba los genitales, había que tener mucho cuidado porque esto podría significar el inicio de una vida pecaminosa.
Ignorancia perjudicial. Aprender, salir de la oscuridad y ver la luz no pueden hacer daño a nadie. Lo que sí hace mucho daño es la ignorancia; que los adolecentes aprendan todo lo relacionado con el sexo, sin malicia, dirigidos con profesores que hayan llevado a cabo estudios científicos al respecto, no implica desenfreno sexual, sino más bien todo lo contrario.
Recuerdo a una pariente cercana mía, muy religiosa, que, cuando veía a uno de sus hijos en un momento de peligro, en lugar de correr a su ayuda, cerraba los ojos y lo encomendaba a Dios. No sé cómo esos niños sobrevivieron y llegaron a ser adultos, aunque muy golpeados y con muchas visitas a los hospitales.
Conforme avance la ciencia y la inteligencia y retroceda el oscurantismo, habrá más progreso y más felicidad. Con la enseñanza sobre sexualidad pasará lo que ha sucedido con el control de la natalidad. La Iglesia católica sigue, con una determinación digna de mejor causa, en su enseñanza de que por ningún motivo, ni aún la salud y hasta la vida de la posible madre, se pueden evitar los hijos por “medios artificiales” que, prácticamente, son los únicos que se usan. Ya nadie hace caso a esta prohibición, y las parejas al casarse se ponen de acuerdo sobre cuántos hijos van a tener, uno o dos, a veces tres, pero muy pocos pasan de esta cifra. Prohibiciones tan absurdas como esta solo reciben la rebelión y el rechazo de todos, hasta los más fervientes católicos.
Hay un sacerdote, muy conocido en nuestro medio, que tiene una columna en el “Eco Católico”, la cual a veces leo. Hace poco una señora le explicó que, por motivos graves de salud, su médico le había recomendado no tener más embarazos, pero estaba preocupada por el pecado que estaba cometiendo. La respuesta fue que podía evitar estos embarazos, pero solo por medio del ritmo y nunca por medios artificiales y, como corolario, que si quedaba embarazada ya Dios vería como protegerla. Otra lectora le preguntó si podía recibir en su casa a su hijo y a su cónyuge, casados civilmente por ser ella divorciada; la respuesta fue que a su hijo sí, pero jamás a la mujer que vivía en pecado; o sea, no podía llevar a su legítima esposa a saludar a sus suegros.
Espero que la Sala IV rechace todos los recursos presentados y –¡por fin!– nuestros adolescentes puedan recibir una educación sexual científica y correcta y, sobre todo, alejada del oscurantismo y el fanatismo.