28/11/12.Fotos del Conductor del programa radial Oro y Grana Miguel Cortes,para la revista Tv.Guia seccion Cero Poses,en el Estadio Nacional y la Sabana. 9:30am. (JORGE CASTILLO)
“Don Miguel, permítame felicitarlo por su programa, por su verbo siempre fluido y por defender el idioma español”. Un joven alto y formal se presentó así, de pronto, tras recorrer el largo pasillo de Las Arcadas en el Gran Hotel Costa Rica, en San José centro.
Sorprendido, pero con un legítimo orgullo que no supo ni se ocupó de disimular, Miguel Cortés Valerio, periodista, director y fundador del programa radiofónico Oro y Grana , agradeció el gesto del muchacho.
–¿Cómo te llamás? –le preguntó.
–Daniel Bonilla, señor. Soy fiel oyente de su programa y solo pasé por aquí para felicitarlo.
La escena ocurrió al final de un viernes de estos, luego de que Cortés finalizara una emisión más de su programa por Radio Monumental (93.5 F. M.).
Con 38 años de trayectoria, el incipiente espacio que Miguel bautizó Oro y Grana , en 1974, pasó a convertirse en el programa número uno en la franja horaria entre las 3:30 y las 5 p. m. Él habría escogido el nombre de su proyecto en alusión a los colores del Club Sport Herediano, entidad de la que fue vocero.
Muchos juzgan que Cortés es un tipo engreído. “No me conocen”, responde Miguel. “Lo que ocurre es que no ando regalando sonrisas a diestra y siniestra; es más, desconfío de esos seres simpatiquísimos que saludan a todo el mundo”, agrega este hombre de radio.
Oro y Grana es una marca que él ha sabido prestigiar porque, enfatiza, en su credo hay dos palabras que traduce en mandatos: diccionario y credibilidad.
“Cuando empecé en esto, me compré un diccionario gordote que me costó carísimo: ¢65 de la época. Desde entonces me preocupo por hablar bien, porque quien tiene el poder de contar con un micrófono está obligado a expresarse con corrección.
”Por el contrario, no deja de sorprenderme como algunos colegas del micrófono hablan apresuradamente, sin modular la voz, comiéndose las frases, en fin, atropellando el idioma”, dice.
“Me suelen preguntar si tengo enemigos o detractores. Creo que no los tengo, aunque sí ‘malquerientes’, como suele decir don Roberto Chacón Murillo, el legendario dirigente alajuelense, de quien también tomaría prestada otra de sus expresiones: ‘A mis enemigos... los escojo yo’.
”Claro, es que uno tampoco es una perita en dulce para caerle bien a todo el mundo”, dice Cortés.
“Además, si uno mantiene una opinión, si lanza su verdad –equivocada o no, pero propia– habrá siempre criterios contrarios y gente que se sienta incómoda.
”En ese aspecto pienso que algo habré hecho bien para mantener Oro y Grana a lo largo de 38 años y haberlo convertido en mi modo de vida”, explica este personaje elegante, quien viste con absoluta corrección pese a que su espacio es radiofónico y no ante las cámaras.
Él tiene su estilo; también su carácter. Lo de la seriedad le viene desde la infancia, cuando fue galardonado con el premio León Cortés Castro, un reconocimiento que el Ministerio de Educación otorgaba a niños destacados. Cortés ganó la distinción en 1957 cuando era alumno de la escuela Antonio José de Sucre, en La Uruca, su barrio natal.
Cortés despliega ante el micrófono su habilidad para la fisga. Si tiene chance la pone en práctica al aire.
“No sé por qué la gente se sorprende con la violencia en el futbol, Miguel, si la violencia existe en la humanidad desde que Abel mató a Caín”, comentó hace varios años uno de sus analistas arbitrales, quien hoy es un personaje de la televisión deportiva, famoso por sus “salidas” y por la temeridad de sus juicios.
–Perdone, no fue Abel quien mató a Caín. Fue Caín el que mató a Abel –lo corrigió Cortés.
–Sí, sí, yo sabía, fue que me enredé.
–¿De veras? Entonces cuéntenos: ¿con qué objeto fue que Caín mató a Abel?
– De un solo leñazo –respondió el personaje.
Cortés es ágil frente al micrófono. Pesca al vuelo alguna noticia o hecho fortuito que merece su atención y lo comenta con sentido crítico.
También se mide con sus contertulios en los espacios de los jueves y viernes, ocasiones en las que Oro y Grana sale del estudio de Radio Monumental. Los jueves se desplaza al Casino Concorde, en el Hotel Irazú; y, los viernes, al Gran Hotel Costa Rica.
Hábil polemista, pica a su contertulio, espera la réplica y, si la ocasión lo amerita, le zafa el micrófono como si le quitara la tabla a un náufrago. Miguel resuelve el asunto con una manoletina de las que acostumbraba su recordado maestro Juan Martín Guijarro en Charlas de Café : “¡A otra cosa, mariposa!”
Victoria, Reloj, Monumental
La constancia de Oro y Grana se debe en gran medida a que ha permanecido únicamente en tres radioemisoras por largos períodos: Radio Victoria, donde empezó, Radio Reloj, y en Radio Monumental, la frecuencia desde la que se emite el espacio de lunes a sábado de 3:30 p. m. a 5 p. m.
Como pocos directores de programas deportivos, Miguel Cortés le saca punta al suyo. Desde su espacio siempre trata varios temas y promueve distintas dinámicas a lo largo de la semana.
Los lunes, cuenta con dos analistas: Julio César Bustos, en táctica y estrategia, y Ronald Cedeño, en arbitraje. Los martes, su colaborador, el periodista Rafael Murillo, elabora reportajes a profundidad sobre futbol y otros deportes. Los jueves, Oro y Grana se transmite desde el Casino Concorde, del Hotel Irazú, donde se las ve con casi una veintena de contertulios, como el músico Roberto Ferroque, el abogado y dirigente Jorge Hidalgo, el microbiólogo Carlos Alberto Páez y el director de la Filarmónica Nacional Marvin Araya, entre otros.
Los viernes, en Las Arcadas, del Gran Hotel Costa Rica, la temática de Oro y Grana vira hacia temas deportivos y de la vida nacional. Entre sus invitados ha contado con personajes como el músico y escritor Jacques Sagot, el politólogo Luis Guillermo Solís, el periodista y estratega Erwin Wino Knohr, y los abogados Federico Malavassi, Pedro Beirute y Mario Carazo, entre muchas otras personas destacadas.
En la plenitud de su existencia, Oro y Grana es machete y trinchera; una obra en la que Miguel Cortés Valerio se afana y esmera desde el día en que, con lo poco que ganaba, adquirió aquel diccionario grandote, hace casi cuatro décadas. 1